


Miércoles, mayo 21 – Juan 13, 14 – Lectura adicional, Deseado de todas las gentes capítulos 72 y 73
1. ¿Cómo se sintió Jesús al anunciar la traición de Judas? Juan 13:21
2. ¿Qué le dijo a Judas? Juan 13:27
3. ¿Cuál es el nombre que Jesús dio al Espíritu Santo? Juan 14:16
El miércoles de la última semana de ministerio, Jesús lo pasó en retiro, descansando y en comunión con el Padre en preparación para los eventos del resto de la semana.
El jueves Jesús y los discípulos se reúnen para la cena de la Pascua en el aposento alto. Después de la cena pascual, instituye la Santa Cena.
“Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes fiestas respectivas. El, el Cordero inmaculado de Dios, estaba por presentarse como ofrenda por el pecado, y así acabaría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil años había anunciado su muerte. Mientras comía la pascua con sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado por sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos.” DTG 608
Después de la cena pascual y, entendemos, antes de la Santa Cena, sabiendo que Judas le iba a entregar y que ya regresaba al Padre, Juan describe uno de los cuadros más significativos y emblemático del relato bíblico, Jesús, como un siervo, lava los pies de sus discípulos.
“De acuerdo con la costumbre judía, que se remontaba quizá hasta los días de Jesús, lavar los pies del amo era uno de los deberes de un esclavo extranjero, pero no se esperaba que lo cumpliera un esclavo judío. Sin embargo, era un servicio que debía prestar la esposa al esposo y los hijos a su padre. (Ver Strack y Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament, t. 2, p. 557.) Se consideraba, pues, como un acto servil. Como en ocasión de la última cena no estaba presente ningún siervo, uno de los discípulos debería haberse encargado de la tarea, pero ninguno estuvo dispuesto a hacerla.” CBA, Juan 13:5
“El propósito de estos actos y de los que los siguieron puede inferirse del relato de Lucas en cuanto a la contienda por la supremacía entre los discípulos (ver com. Luc. 22: 24). Jesús tenía el propósito de dar un ejemplo de servicio humilde y abnegado. Esperaba que esa demostración práctica impresionara a sus discípulos como no podría hacerlo un mero precepto.” CBA, Juan 13:4
La reacción de Pedro es un ejemplo de la tendencia humana a ir a los extremos. Primero “¡no me lavaras los pies jamás!” Luego, “no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús hizo claro que, por bien intencionadas que sean, las posiciones extremas no tienen parte en su reino. La verdad no está en los extremos, está en la obediencia y sumisión a sus palabras.
En palabras proféticas que probablemente no entendió en el momento, Jesús revela a Pedro que a él también le tocaría seguir al Maestro en su muerte. “Jesús le respondió: A dónde voy, no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después.” 13:36
“Unos 35 años más tarde, en la ciudad de Roma, Pedro dio su vida por su Maestro. Por su propio pedido fue crucificado cabeza abajo (ver HAp 428-429; com. Mat. 26: 35).” CBA, Juan 13:37
Las palabras de Juan 14 fueron pronunciadas a los discípulos en el aposento alto. Estaban tristes porque había anunciado su partida. Los consuela con la hermosa promesa que es también para sus discípulos de todos los tiempos: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis.” Juan 14:1-3
A Tomas le explica que en su persona está el único camino al Padre, la verdad y la vida.
A Felipe le explica que Él es la máxima revelación del Padre, de su carácter, de sus intenciones, de su plan de salvación.
Les anuncia la transición al liderazgo del Espíritu Santo, quien fue asignado por el Padre para tomar su lugar hasta el fin.
A Judas, no el Iscariote, le explica la obra del Espíritu Santo: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
Entonces, allí mismo, en el aposento alto, se despide para ir al clímax de su prueba y de su obra, a su batalla final: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.” 14:27. “Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que, cuando suceda, creáis.” 14:29. Habiendo dicho esto, con resolución les dice: “¡Levantaos, vámonos de aquí!” 14:31
Acompañemos a Jesús, en los próximos días, en el último fin de semana de su ministerio en la tierra. Leamos el relato con gratitud a Dios por darnos a su Hijo como hermano y Salvador.
Dios te conceda un día muy bendecido junto a tus amados.