


Martes, mayo 6 – Lucas 10 y Juan 7
1. ¿Quién es el herido al borde del camino en tu entorno? ¿Cómo puedes detenerte esta semana y mostrarle el amor del Reino?
2. ¿Estás bebiendo cada día del agua viva que Jesús ofrece, o estás viviendo con sed espiritual?
3. ¿Cómo puedes vivir hoy el mensaje adventista no solo como doctrina, sino como una misión de amor en tu comunidad?
Recuerdo una tarde de sábado estaba caminando por las calles de Maracaibo, mi ciudad natal. El sol era inclemente, pero más me impactaba algo que no se ve con los ojos: la sed espiritual de la gente. Muchos pasaban apurados, sin notar las señales de esperanza que llevábamos en nuestras manos. Esa experiencia me marcó profundamente. Me hizo pensar en la urgencia del llamado que Jesús hace en Lucas 10: “La mies a la verdad es mucha, más los obreros pocos” (v. 2).
Jesús envía a setenta y dos discípulos a predicar que el Reino de Dios se ha acercado. No les promete comodidad. Les pide que confíen en Dios, que entren a los hogares con paz, y que acepten la hospitalidad con humildad. Este modelo de misión no es distante: ¡es el mismo al que hemos sido llamados como iglesia remanente!
Los adventistas hemos recibido un mensaje especial para proclamar. No solo hablamos de profecías, sino de un Reino real y presente, que transforma vidas. La parábola del Buen Samaritano no está allí por casualidad. Nos recuerda que la misión sin amor no tiene poder. El samaritano no tenía toda la verdad doctrinal, pero vivió el amor del Reino. ¿Y nosotros?
Hoy en comunidades rurales y urbanas aún hay heridos al borde del camino. ¿Nos detenemos? ¿Amamos como Jesús?
En contraste con la misión activa de Lucas, Juan 7 nos presenta a Jesús en medio de un ambiente cargado de tensión y división. Está en Jerusalén durante la Fiesta de los Tabernáculos, una celebración que recordaba la protección y provisión de Dios en el desierto.
En el clímax de la fiesta, Jesús proclama: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (v. 37). Se presenta como la verdadera roca que da agua viva. Esta declaración tiene peso profético. Está diciendo: “Yo soy el cumplimiento de todo lo que han estado esperando”.
Pero muchos no creen. Aun cuando ven sus obras y escuchan su enseñanza, se aferran a tradiciones, a miedos, a intereses humanos. ¡Qué peligroso es rechazar al Agua Viva cuando está justo delante de nosotros!
Este capítulo nos llama a revisar nuestra experiencia espiritual. Como adventistas, tenemos un mensaje profético, pero… ¿estamos bebiendo de Cristo cada día? ¿O seguimos sedientos, distraídos por debates, ocupaciones o frialdad espiritual?
Lucas 10 y Juan 7 se complementan como dos llamados divinos: uno hacia la misión práctica, y el otro hacia una comunión profunda. Hoy, en Maracaibo y en Miami donde ahora resido, y en cualquier parte del mundo, el llamado sigue siendo el mismo: ir con amor y vivir conectados a Cristo.
En Maracaibo, la necesidad espiritual grita entre apagones y limitaciones. En Miami, la necesidad está disfrazada entre comodidades y agendas apretadas. Dos mundos distintos, pero con la misma sed. Y en ambos, Dios busca obreros. No perfectos, sino disponibles. No poderosos, sino llenos del Espíritu.
Como iglesia que espera el pronto regreso de Jesús no podemos quedarnos al margen. Somos parte de los obreros del tiempo del fin. Somos llamados a proclamar un evangelio que no solo informa, sino transforma.