


Sábado, noviembre 23 – Isaías 12, Miqueas 1 – Lectura adicional, Profetas y Reyes capítulo 27, “Acaz”
1. ¿Cuál es la razón por la que cantará el remanente? Isaías 12:1
2. ¿Los acontecimientos de la tierra le interesan al Dios de la biblia? Miqueas 1:3
3. ¿Cuáles son algunas de las consecuencias de la idolatría? Miqueas 1:6-7
4. ¿Cómo reacciono Miqueas al pecado de su pueblo? ¿Qué podemos aprender? Miqueas 1:8
Comentario y reflexión:
Los capítulos dedicados a la acción de gracias siempre han sido de mi preferencia. De acuerdo con la revelación el pueblo cantará al Mesías pues Él ha efectuado la liberación de los justos de manos de sus opresores. Las Escrituras registran que los israelitas cantaron el cántico de Moisés (Éxo. 15) después de ser librados de los egipcios. Cantarán nuevamente cuando Jehová alce “otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo” (Isa. 11: 11). Y en apocalipsis15:3 Juan ve a los redimidos de todas las edades cantando un cántico triunfal después de su victoria final.
En el tiempo de la invasión de Senaquerib lo que salvó al pueblo de Dios no fue el ejército de Israel, ni los muros que rodeaban a Sión, sino el Señor mismo (cap. 37: 33-36). En los últimos días, el remanente fiel será salvado del poder del enemigo por la mano de Jehová. Por eso debemos llamarlo ¨Salvación Mia¨.
Cuando los israelitas atravesaron el desierto, Dios les proporcionó agua de la roca (Éxodo 17: 6; Núm. 20: 8-11). Este milagro posteriormente fue celebrado con una ceremonia impresionante en el templo durante la fiesta de los tabernáculos (DTG 413). Se sacaba agua de la fuente de Siloé (ver com. Isa. 8: 6) en una vasija de oro, y se la llevaba al templo, donde se la vertía en el altar de los holocaustos. Cuando los sacerdotes se dirigían a la fuente, acompañados de un coro de levitas, muchos adoradores los seguían para beber del agua viva que brotaba de la vertiente en la ladera de la colina del templo. Jesús hizo referencia a esta ceremonia en el último día de la fiesta, cuando invitó a la gente a venir a él para beber (Juan 7: 37). Cristo es la fuente de la cual surge el agua que da vida y sanidad a las naciones. (Eze. 47: 1; Joel 3: 18; Zac. 14: 8; DTG 28).
Acércate a Jesús y alábale. Recuerda lo que ha hecho en tu favor y cuenta a otros cuán maravillosas son sus bendiciones. Vivir sin alabar te conduce al desanimo, a la crítica y al temor. Así como Dios estuvo en medio Israel, está en medio de ti. Emanuel: “con nosotros Dios” era el mensaje de la vida y de las palabras de Isaías (cap. 7: 14; 8: 8, 10). Este también debe ser su mensaje y su canción.
Miqueas quiere decir “¿quién se asemeja a Yahweh?” Fue contemporáneo de Isaías y Óseas, quienes empezaron su ministerio durante el reinado de Uzías, el predecesor de Jotam (Isa. 1: 1; Ose. 1: 1). Llevó a cabo su ministerio profético en el período crítico de la última mitad del siglo Vlll a.C., cuando Asiria era el poder dominante. Cuando empezó su ministerio profético, Jotam rey de Judá “hizo lo recto ante los ojos de Jehová”, aunque “el pueblo sacrificaba aún, y quemaba perfumes en los lugares altos” (2 Rey. 15: 34-35).
Acaz, hijo de Jotam y su sucesor, se entregó del todo a la idolatría hasta pasar a “sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las naciones” (2 Crón. 28: 3). No vaciló en cambiar de lugar el altar de bronce de los holocaustos y quitó las fuentes e hizo colocar dentro del recinto sagrado del templo un altar idolátrico cuyo original había visto en Damasco (2 Rey. 16: 10-12, 14-17). Estas y otras iniquidades cometidas contra el culto verdadero del Señor quizá hicieron de Acaz el rey más idólatra que jamás reinó en Judá. Durante el tiempo de esta decadencia espiritual entre los habitantes de Jerusalén y Judá, Miqueas cumplió con su misión profética.
Felizmente sucede que un mal gobernante es seguido por un hijo que llega a ser un buen gobernante, Ezequías, sucesor de Acaz, era tan consagrado a Dios como lo había sido su padre a los ídolos. “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza” (2 Rey. 18:5). Resueltamente se puso a la tarea de contrarrestar la apostasía de su padre, a reformar las condiciones morales y espirituales de Judá, a abolir la idolatría, y a hacer que su pueblo volviera al verdadero culto del Señor. En esto fue apoyado por Miqueas.
Empezó a dar fruto la lucha enconada que el profeta experimentó durante la mayor parte de su vida para plantar la semilla de la verdad en el suelo casi estéril del corazón de su pueblo. Las profecías de Miqueas y de Isaías tienen mucho en común. Miqueas enseñó que ellos seguían siendo el pueblo de Dios y que el Señor procuraba que nuevamente le fueran leales.
¿Cómo te sientes espiritualmente en este momento? ¿Estás sumergido en la idolatría y el pecado? ¿Crees que has llegado tan lejos que la gracia de Dios no lo puede alcanzar? Permítame ser en este día el Miqueas que le recuerde, que todavía eres pueblo de Dios. Que el Señor procura alcanzarte y hacer de ti un ciudadano de su Reino.