


Domingo, noviembre 3 – 2 Reyes 4, 5 – Lectura adicional, Patriarcas y Profetas capítulo 20, “Naamán”
1. ¿Por qué preguntó Eliseo a la viuda, qué tienes en tu casa? 2 Reyes 4:2
2. ¿Cómo se dio cuenta Eliseo de la amargura de la sunamita? 2 Reyes 4:27,28
3. ¿Qué actitud tuvo Eliseo ante el ofrecimiento de Naamán? 2 Reyes 5:16
Commentary and Reflection:
En el caso de la viuda Eliseo quería mostrar que Dios siempre usa lo que tenemos y suple nuestras necesidades, después añade su bendición. Él sabía que Dios podría haber suplido la necesidad de la mujer sin la ayuda de su vasija de aceite. Así ocurre hoy con los siervos de Dios. Es posible que no tengan gran habilidad natural ni muchos recursos materiales, pero si consagran a Dios y a su servicio lo que tienen, pidiendo su bendición, ese poco sin duda se multiplicará.
Cuando ayudamos a los pobres hacemos bien en pensar cómo los podemos ayudar a valerse por sí mismos. A los pobres se les debería enseñar a emplear los recursos que poseen. Si no se hace esto, la caridad puede dar como resultado el aumento de la pobreza, puede hacer más mal que bien. La vasija de aceite no era gran cosa, pero en las manos de Dios y con su bendición, fue suficiente como para suplir todas las necesidades de la viuda. Su vasija de aceite demostraba su absoluta pobreza, pero fue también el medio que el Señor usó para satisfacer sus necesidades.
El verdadero hijo de Dios que está lleno de amor y ternura se conmoverá ante todos los que llevan pesadas cargas, y como su Maestro, procurará darle descanso. Eliseo se dio cuenta en seguida de que alguna tristeza embargaba a la mujer sunamita y se llenó de tierna simpatía por ella. El verdadero amor es tierno y bondadoso, y responde ante el clamor de los necesitados.
Algunas veces el Señor creía conveniente revelar a su siervo las circunstancias de determinada persona, pero esto no ocurre siempre. Ningún profeta sabe todas las cosas. Las revelaciones solo ocurren de acuerdo con la voluntad de Dios. El hecho que un siervo de Dios no conozca todos los hechos relacionados con cierto asunto no es una evidencia de que no sea un verdadero profeta del Señor. Los profetas también son seres humanos y su conocimiento y sus juicios, como los de sus prójimos son, limitados. En este caso Eliseo se dio cuenta en el acto de que algo andaba mal. Oremos para que el Señor nos de sensibilidad espiritual y podamos sabiamente reconocer las necesidades y tristezas ajenas que muchos llevan ocultas en su corazón.
De acuerdo con la costumbre de aquellos tiempos, Naamán pidió a Eliseo que aceptara un regalo costoso. Pero el proferta rehusó. No le tocaba recibir pago por una bendición que
Dios había concedido. Dijo, “vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré.” Un profeta del Señor no sirve con el propósito de obtener ganancias ni recompensas. Eliseo ya había recibido su recompensa al ver la nueva vida y la esperanza de Naamán. El obrero es digno de su salario y los que reciben bendiciones de Dios pueden dar una muestra de agradecimiento; pero en esas circunstancias era mejor que Eliseo rechazara los regalos. Naamán no debía quedar con la impresión de que los profetas del verdadero Dios podían comprarse con dinero. La actitud de Eliseo fue ejemplar y la debemos imitar en cualesquiera circunstancias.
Pablo dijo: “Las cosas que antes se escribieron para nuestra enseñanza fueron escritas,” Romanos 15:4. Hoy hemos aprendido en nuestra lectura que Dios solo necesita nuestra fe y confianza para bendecirnos. Como dice la inspiración: “Para proveernos lo necesario, nuestro Padre celestial tiene mil maneras de las cuales nada sabemos. Los que aceptan el principio sencillo de hacer del servicio de Dios el asunto supremo, verán desvanecerse sus perplejidades y extenderse ante sus pies un camino despejado.” Ministerio de Curación, 382
Oremos al Señor para que nos ayude a ser siempre misericordiosos y compasivos y que nos dé la sensibilidad espiritual para comprender y ayudar al que sufre. Que nos conceda también un corazón generoso para que podamos dar a otros de la gracia recibida sin esperar nada a cambio.