


Domingo, septiembre 1 – Salmos 114, 115
1. ¿Qué hace la tierra a la presencia de Jehová? Salmos 114:7
2. ¿Qué nos enseña que Jehová hizo salir agua de la peña? Salmos 114:8
3. ¿De qué manera afirma Salmos 115:17 la doctrina de la mortalidad del alma?
Comentario y reflexión:
El Salmo 114 es un hermoso himno de alabanza. Comienza recordando la salida de Israel Egipto. Porque fue rescatado de Egipto por su mano poderosa Israel es el pueblo de Dios, “Judá vino a ser su santuario, e Israel su señorío” (ver. 2). El testimonio del pueblo es el tema de este canto que queda grabado en sus hermosas notas. Recordar la obra salvadora de Jehová en nosotros es recordar que somos suyos por creación y por redención. Qué bueno que podamos hacerlo, qué bueno que pudiéramos componer un himno sobre nuestro testimonio para cantarlo, o podemos identificarnos con un himno para recordar su obra salvadora en nosotros, “Dejo el mundo y sigo a Cristo…”.
El mar, el rio, los montes, collados y la peña obedecieron a Jehová. El pueblo fue bautizado en el mar y luego en el rio. Entre el mar y el rio vieron maravillas y fueron guiados.
“Los montes saltaron” es “una descripción poética del terremoto que acompañó a la entrega de la ley en el Sinaí (Exo. 19: 18). Entre dos grandes milagros el éxodo desde Egipto y la entrada en la tierra prometida se encuentra la gran revelación de Dios cuando dio su santa ley en el Sinaí, en medio de gran solemnidad.” CBA Salmo 114:4
El salmista canta al poder transformador de Jehová cuando dice que “cambió la peña en estanque de aguas” y “en fuente de aguas la roca”. (ver. 8). Si pudo cambiar la roca, tambien puede ablandar y transformar el corazón humano. Esto nos anima al pensar en nosotros y en nuestros seres amados. ¡Grande es el poder salvador de Jehová!
“EL Sal. 115 expone la necedad de adorar ídolos que no son sino obra humana. El salmista exhorta a todos los fieles a ensalzar y alabar sólo al Dios viviente.” CBA. Introducción al Salmo 115
Aprendí con un líder y mentor amigo que es un hombre de oración a repetir orando las promesas de Dios. A menudo le escuché repetir las palabras en Salmo 115:1, “No a nosotros, Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad.” La honra y la gloria siempre pertenecen a Dios.
En Palabras de Vida del Gran Maestro hay una cita contundente sobre la alabanza personal y la adulación que hacemos bien en atender, “Debemos evitar todo lo que estimule el orgullo y la suficiencia propia; por lo tanto, debemos estar apercibidos para no dar ni recibir lisonjas o alabanzas. La adulación es obra de Satanás. El se ocupa tanto en adular como en acusar y condenar, y así procura la ruina del alma. Los que alaban a los hombres son usados como agentes por Satanás. Alejen de sí las palabras de alabanza los obreros de Cristo. Sea ocultado el yo. Sólo Cristo debe ser exaltado. Diríjase todo ojo, y ascienda alabanza de todo corazón ‘al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre (Apocalipsis 1:5)’”. PVGM 126
La idolatría es vanidad que produce el corazón pecaminoso. Es la creación de quien decide engañarse a sí mismo. Cuando por conveniencia el corazón desecha al verdadero Dios Creador y él mismo hace un dios a su imagen que aprueba lo que hace, este dios es más pequeño que él y no tiene ningún poder para salvar. Los versículos 9 -11 llaman al pueblo y a los sacerdotes a confiar en Jehová, “Él es vuestra ayuda y vuestro escudo.”
En el versículo 17 de una manera indirecta afirma la doctrina de la mortalidad del alma, “No alabarán los muertos a Jah, ni cuantos descienden al silencio”. Los vivos lo alaban, los muertos no pueden. Describe la muerte como “descender al silencio”. En ella quedan detrás las preocupaciones y el ruido de la vida y se entra al descanso del silencio hasta el día de la final trompeta. Refiriéndose a esta esperanza le dijo Jesús a los saduceos, “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando afirmó: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Mateo 22:31, 32.
Cantemos un himno de alabanza a Jehová como testimonio de su obra salvadora.