


Miércoles, septiembre 11 – Salmos 119:129-176
1. ¿De qué otra manera dice el salmista que la Palabra de Dios es luz? Salmos 119:130
2. ¿Qué le causó al salmista su desobediencia? Salmos 119:136
3. ¿A qué hora del día clamó el salmista? Salmos 119:147
Como sabemos, el tema central del Salmo 119 es el testimonio del autor sobre su relación con los mandamientos de Dios. Prácticamente en cada versículo se menciona una de estas palabras, “ley”, “mandamiento”, “estatuto”, “testimonio”, “palabra” o “juicio”, para referirse a la ley de Dios, que entendemos abarca más que los 10 mandamientos.
Todo el salmo se desarrolla alrededor de este tema central. No hay una secuencia ordenada de ideas porque está escrito en forma de acróstico, o sea, el orden está determinado por el alfabeto hebreo, no por las ideas.
Algunas gemas en la porción de hoy,
- “La exposición de tus palabras alumbra;
hace entender a los sencillos.” Ver 130
La Palabra de Dios trae luz a la mente y a la vida. Es fuente de sabiduría. - “Ordena mis pasos con tu palabra
y ninguna maldad se enseñoree de mí.” Ver 133
La Palabra de Dios cambia la mente y la conducta, “ordena los pasos”. Esta no es la obra nuestra, es la obra de Dios en nosotros. - “Ríos de agua descendieron de mis ojos,
porque no guardaban tu Ley.” Ver 136
David descubrió, reconoce y comparte que la desobediencia a Dios produce lagrimas de dolor. Piensa en el dolor del adicto, de la familia abandonada, el causado por la enfermedad que produce el vicio.
- “Tu justicia es justicia eterna,
y tu Ley, la verdad.” Ver 142
La ley de Dios es una expresión humana del carácter justo y eterno de Dios. El pecado oscurece la verdad. Los principio en la ley de Dios siempre han regido el universo con la excepción de este paréntesis de rebelión.
- “Mucha paz tienen los que aman tu Ley,
y no hay para ellos tropiezo.” Ver 165
Amar los mandamientos de Dios nos aleja del pecado y trae paz a la vida.
- “He deseado tu salvación, Jehová,
y tu Ley es mi delicia.” Ver 174
La obediencia a la Palabra de Dios es el camino por el cual andamos cuando aceptamos la salvación.
“Nótese, sin embargo, que la obediencia no es un mero cumplimiento externo, sino un servicio de amor. La ley de Dios es una expresión de la misma naturaleza de su Autor; es la personificación del gran principio del amor, y es, por lo tanto, el fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra. Si nuestros corazones están renovados a la semejanza de Dios, si el amor divino está implantado en el alma, ¿no se cumplirá la ley de Dios en nuestra vida? Cuando el principio del amor es implantado en el corazón, cuando el hombre es renovado a la imagen del que lo creó, se cumple en él la promesa del nuevo pacto: “Pondré mis leyes en su corazón, y también en su mente las escribiré.”Y si la ley está escrita en el corazón, ¿no modelará la vida? La obediencia, es decir el servicio y la lealtad que se rinden por amor, es la verdadera prueba del discipulado. Por esto dice la Escritura: “Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos.” “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y no hay verdad en él.”7 En vez de eximir al hombre de la obediencia, la fe, y sólo ella, nos hace participantes de la gracia de Cristo, y nos capacita para obedecer.” CC 61
Que esta sea tu experiencia hoy y cada día de tu vida. Dios te guarde.