


Viernes, octubre 25 – 1 Reyes 17, 18 – Lectura adicional, Profetas y Reyes, capítulo 10, “Una severa reprensión”
1. ¿Qué promesa te recuerda 1 Reyes 17:6? Salmos 37:25
2. ¿Hasta qué punto crees que fue probada la viuda de Sarepta y cuál fue el resultado final de su decisión? 1 Reyes 17:13,14
3. La historia de la resurrección del hijo de la viuda, ¿con qué promesa hacia el futuro sientes que te conecta? 1 Reyes 17:21,22
4. Al predecir la sequía, ¿cuán seguro estaba Elías, de que era Dios quien la había hablado? 1 Reyes 18:1
Commentary and Reflection:
“Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”. Nuestra primera reacción al leer este capítulo pudiera ser fuerte al escuchar a un ser humano decir: “No va a llover sino por mi palabra”, especialmente cuando confiamos en y sabemos que dependemos de los eventos naturales. Sin embargo, en esta lectura vemos cómo Elías obedece a cada orden de Dios, lo que nos da la idea de que en estas palabras, dirigidas al rey, estaba la dirección divina. Y así comienza este capítulo, Elías, un profeta conocido en Israel, enfrenta al rey y predice la gran sequía en su territorio. Una sequía representaba hambre para su pueblo e inestabilidad política, sin embargo, este capítulo destaca como Dios cumple sus promesas y aun en los peores escenarios, Él cuida, provee y alimenta a sus hijos.
El profeta estaba acostumbrado a escuchar la voz de Dios y sin dudar obedeció. “Y vino a él palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí, y vuélvete al Oriente, y escóndete en el arroyo de Querit…” El arroyo suplió al profeta de agua y los cuervos trajeron su porción de pan y carne en la mañana y en la tarde. Pero, un día, el arroyo se secó. Y aquí sacamos una lección importante, las cosas en este mundo no son para siempre, debemos disfrutar lo que Dios provee en el tiempo que nos permite. Una de las cosas que no son para siempre es la familia. La tienes hoy, pero vamos desapareciendo poco a poco y solo quedan las lindas lecciones de vida y el recuerdo.
Dios le habló otra vez a Elías, “Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí, yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente”.
El profeta se levantó y obedeció la indicación de Dios. Fue al encuentro de aquella mujer que no tenía ni para sostener a su hijo. La presencia de Elías se convirtió en una bendición para la mujer y su hijo, no sin antes pasar una prueba difícil cuando Elías le pidió que le diera de comer. Entonces la viuda, al reconocer al profeta, tuvo que decidir: “Como y muero” o “confió y vivo”; finalmente decidió confiar y Dios obró el milagro.
En 1 Reyes 17:13 encontramos que Dios dijo a Elías: “No tengas temor”, y hoy, en pleno siglo XXI, Dios sigue cuidando de nosotros y librándonos del temor. Sus promesas son fieles, para todas las generaciones, incluyendo la nuestra.
La muerte produce dolor, sentimiento de abandono y tristeza. Es algo desafiante para el ser humano y es por eso por lo que esta historia es agridulce. Agria por la muerte del hijo de la viuda y dulce por el milagro de la resurrección que Dios efectuó a través del profeta Elías. Por esta razón podemos decir que esta historia nos proyecta al día del reencuentro, a la Segunda Venida de nuestro Señor Jesús, cuando todas las familias fieles volverán a reunirse.
Fui pastor en La Habana, Cuba. Una mañana tuvimos una reunión de la Escuela Bíblica de Verano en la cual los niños estaban felices, entre ellos Alinita, una niña llena aparentemente de vida. Cuando termino la actividad, Alinita, como los demás niños, fue a su escuela; pero dos horas más tarde me llamó su padre, Alina había sufrido un infarto y había muerto. Fui con ellos a la escuela donde yacía en una oficina esperando la ambulancia y me arrodillé en aquel lugar y le pedí a Dios con fe por un milagro, pero no fue así, el milagro no ocurrió en aquel momento, ocurrirá a la venida de Jesús cuando las familias vuelvan a estar completas
En el capítulo 18 vemos que cuando Elías predijo la sequía, estaba siguiendo la dirección de Dios, quien le dijo: “Muéstrate al rey, y yo haré llover sobre la tierra” 1 Reyes 18:1. Luego las cosas se ponen difíciles cuando Elías reta a los profetas de Baal en el Monte Carmelo y les dice que preparen un sacrificio para que le pidan a su dios que responda con fuego y que consuma el sacrificio. Pero esto nunca ocurrió. Elías se burla de ellos diciéndoles, “griten más alto, quizás este dormido”; pero ni, aun así, obtuvieron respuesta. Sin embargo, el Dios verdadero sí respondió al sacrificio de Elías enviando fuego desde el cielo y consumiéndolo todo, demostrando la diferencia que hay entre pedir a un dios muerto y rogar al Dios vivo, creador del Universo.
Hoy les invito a confiar plenamente en el mismo Dios de Elías, de tal forma que escuchemos su voz, que la seguridad de su presencia en nuestras vidas sea de bendición para otros.