Viernes, enero 10 – 2 Reyes 22, 23
Preguntas de estudio:
1. ¿Qué se había perdido en la casa de Jehová? 2 Reyes 22:8
2. ¿Qué mandó a sacar Josías del templo de Jehová? 2 Reyes 23: 4-7
3. ¿Qué celebración nacional reinstituyó Josías después de mucho tiempo? 2 Reyes 23:21, 22
Comentario y reflexión:
Hemos visto en esta serie de estudio de la Biblia que, en medio de la apostasía de los reinos de Israel y Judá, vemos aquí y allí oasis de fidelidad de parte de algunos reyes con sensibilidad espiritual. Estos han tomado pasos afirmativos de reformas espirituales ante la negligencia de los líderes religiosos judíos.
Uno de esos reyes fieles fue Josías. Ascendió al trono siendo apenas un niño de 8 años. Como Acaz, su vástago Ezequías, y ahora Josías hijo de Amón, no siguieron el mal ejemplo de sus padres.
Creo que debemos dar crédito a la espiritualidad de sus madres. En este caso, Jedida debió haber puesto un cerco de protección para que su hijo no olvidara al Dios de Israel. ¡Qué hermoso testimonio de un joven rey que durante su reinado de unos treinta años se propuso hacer lo recto ante los ojos de Jehová!
Cuando cumplió sus dieciocho años, entre sus primeros pasos, Josías comenzó a quitar todos los lugares altos y los ídolos de adoración pagana que pululaban en Jerusalén. Cinco años más tarde, tomó la iniciativa de reparar el templo. Josías fue contemporáneo del profeta Jeremías.
(v.4) Aparentemente, se había estado recolectando fondos para la reparación del templo por algún tiempo. El rey contaba con un grupo de hombres de confianza y honestos en la administración de los recursos para el proyecto. (v.7) Este es un buen testimonio y un ejemplo para seguir por todos los que son responsables de los bienes del Señor.
Nos llama la atención que, por un largo período de tiempo, el libro de la ley hubiese estado desaparecido en algún depósito del templo. Me pregunto, cómo el sumo sacerdote y los demás dirigentes espirituales del pueblo administraban las cosas espirituales para sin contar con la instrucción de la ley, particularmente el libro de Deuteronomio.
Grande fue la conmoción ante el hallazgo del libro de la ley. Después de rasgar sus vestidos en señal de pesar por la negligencia de sus antepasados, el rey envió a sus funcionarios a consultar a la profetiza Hulda.
El Señor, en su misericordia, reconoció la buena disposición del rey de querer enmendar la decadencia moral y espiritual del pueblo. Por eso Hulda le consoló con la promesa de Jehová de que el castigo y destrucción de Jerusalén no sucedería en sus días.
2 Reyes capítulo 23: 1- 3. Ante la respuesta del Señor, Josías toma acción inmediata y convoca a todos los ancianos de Judá y Jerusalén. Se organizó una convocatoria para todo el pueblo con el fin de reafirmar el pacto que por tanto tiempo había sido violado.
Habiendo completado la reparación del templo, ahora el rey ordena al sumo sacerdote, los sacerdotes de segundo rango y a los guardianes del templo que sacasen todos los utensilios dedicados al culto de Baal y Asera, y al ejército del cielo. Llegaron al colmo de colocar una imagen de Asera en templo. Había lugares de prostitución de naturaleza religiosa. Este pasaje describe la detestable y rápida degradación en la que había caído Judá después de haber gozado de tan brillante y poderoso reino.
La apostasía llegó a un nivel insospechable. Los reyes apóstatas habían organizado todo un sistema de sacerdotes que dirigían los idolátricos cultos a Baal, al sol y a la luna, a los signos zodiacales. Y pensar que todavía en nuestros tiempos modernos, millones continúan adorando estos ídolos.
El rey fue muy determinado en su tarea de limpiar a Jerusalén de todas esas aberraciones. Todo lo pasó por el fuego. Cuando observó el altar levantado el impío rey Jeroboam en Bethel, lo quemó y profanó los huesos de los sepulcros como había profetizado aquel profeta que había denunciado el pecado del rey.
Después de la limpieza, el rey ordenó la celebración de la Pascua. Esta fue la Pascua más impactante en la historia de la monarquía hebrea, desde la época de los jueces. No hay duda que el legado dejado por Josías llega a ser para nosotros un referente de fidelidad y compromiso con Dios sin importar las circunstancias negativas que se presenten.
El rey sucesor de Judá fue Joacaz, hijo de Josías. Es curioso, que el pueblo colocó a Joacaz en lugar de Eliaquim el hijo mayor. Este sólo reinó en Jerusalén tres meses, e hizo lo malo ante los ojos de Jehová. Como reza el dicho, esto fue “debut y despedida”. Más tarde Faraón Necao colocó a Eliaquim por rey y le cambió el nombre a Joacim. “Tomó a Joacaz y lo llevó a Egipto y allí murió.”
Tenemos mucho que aprender de la vida de entrega a Dios de parte de Josías. El Señor reconoció su disposición y valor para llevar a cabo aquella gran obra de reforma en Judá. Pidamos a Dios nos dé esa misma resolución a serle fiel, aunque se desplomen los cielos.
Bendiciones para todos.
Profesor Javier Diaz