


Jueves, enero 23 – Jeremías 20, 21
1. ¿Cuál fue la actitud del sacerdote Pasur, en contra de Jeremías? (Jeremías 20:1, 2).
2. ¿Cómo compara Jeremías a Jehová como su protector? (Jeremías 20:11).
3. Describe la oración de alabanza y penitencia de Jeremías en su momento de difícil situación. (Jeremías 20:12-18).
4. ¿Cuál fue el desesperado pedido del rey Sedequías al profeta Jeremías? (Jeremías 21:1, 2).
Estamos estudiando el libro del profeta Jeremías en el que se destaca la fidelidad de este hombre de Dios en tiempos muy difíciles. La inminencia de la invasión de los caldeos era una realidad, pero tal vez los peores problemas que tuvo que afrontar Jeremías fueron los enemigos internos. Sabes, mi querido estudiante, así también será en nuestros tiempos; “peligros con los de afuera y peligros con los de adentro”. Eso también sucedió al apóstol Pablo; tuvo más enemigos entre los judíos que entre los gentiles. Seguramente la historia se repetirá con el pueblo de Dios al final de la historia. Debemos estar preparados.
Jeremías entregó al pueblo un mensaje directo por medio de la ilustración de la vasija de barro quebrada ante los líderes y el pueblo (Capítulo 19). Los amonestó profetizando que serían quebrados por sus enemigos debido a su dura cerviz al no escuchar las palabras de amonestación de parte de Jehová. Por supuesto, esto no gustó a los dirigentes del pueblo, algunos con cargos sacerdotales.
Jeremías anunció al sacerdote Pasur el cambio de su nombre. “Magor-misabid” significa “terror por todas partes”. No solo significaba que este hombre era realmente un terror para el pueblo en vez de ser un consolador y animador, como bien debió ser como sacerdote, sino también que el “terror por todas partes” estaba por acontecer a causa de los pecados de Judá al dejar de adorar y servir al verdadero Dios.
Parece extraño que el mensaje de parte de Dios no sea de seguridad de la victoria sobre sus enemigos, sino todo lo contrario. Jehová se pondría de parte de los babilonios contra su propio pueblo. Puede verse esto como una dramática expresión que revela claramente que cuando nos partamos de Dios, todo nos irá mal. Jeremías fue menospreciado por su propio pueblo, pues lo consideraba como un traidor. En realidad, si el rey Sedequías hubiera actuado de acuerdo con lo ordenado por Dios, aunque los babilonios hubieran conquistado a la nación, se hubiera salvado la ciudad y el templo.
Aunque Dios había garantizado a David que su reino se prolongaría hasta la llegada del Mesías, eso no significaba que no pasaría por dificultades causadas por la infidelidad de sus descendientes. En conclusión, si la verdad se abrirá paso victoriosamente, no lo será porque los humanos seamos perfectos y que nunca actuemos incorrectamente, sino porque tenemos un maravilloso Dios que, a pesar de todo, llevará a la victoria su divino plan a favor de los suyos.
Te invito a meditar detenidamente en estos dos capítulos, confirmando tu fe y confianza en el Señor, aplicando aquellas experiencias a nuestra vida y situación hoy. Analiza esta preciosa joya de la inspiración profética:
“Vi que los ángeles de Dios nunca han de controlar la voluntad. Dios pone delante del hombre la vida y la muerte. Él puede elegir. Muchos desean la vida, pero siguen andando en el camino ancho. Escogen rebelarse contra el gobierno de Dios, no obstante la gran misericordia y compasión que él manifestó al dar a su Hijo para que muriese por ellos. Los que no escogen aceptar la salvación comprada a precio tan alto, deben ser castigados. Pero vi que Dios no los encerrará en un infierno para que sufran eternamente, ni tampoco los llevará al cielo; porque introducirlos en la compañía de los puros y santos sería hacerlos excesivamente miserables. Pero él los destruirá por completo para que sean como si nunca hubiesen existido; entonces su justicia estará satisfecha. Formó al hombre con el polvo de la tierra, y los desobedientes y profanos serán consumidos por fuego y volverán a ser polvo. Vi que la benevolencia y la compasión de Dios en este asunto debieran inducir a todos a admirar su carácter y a adorar su santo nombre. Después que los impíos hayan sido raídos de la tierra, toda la hueste celestial dirá: ¡Amén!”. Primeros Escritos 221.
Te deseo un dial lleno de bendiciones.