


Lunes, febrero 27 – Ezequiel 22, 23
1. A manera de ilustración, ¿qué orden le dio Dios al profeta? (Ezequiel 24:3-5).
2. ¿Qué significaba esta ilustración acerca de Jerusalén? (Ezequiel 24:6-14).
3. ¿Qué mensaje debía Ezequiel dar al pueblo por medio de su aparente insensibilidad por la muerte de su propia esposa? (Ezequiel 24:19-27).
4. Después de haber pronunciado, y escrito, su mensaje contra Jerusalén y Judá, a causa de su desobediencia a Dios, ahora Ezequiel dirige su amonestación a varios pueblos que fueron considerados enemigos del pueblo de Dios. ¿Cuáles fueron? (Ezequiel 25:2, 8, 14, 15).
Continuamos en el estudio del libro del profeta Ezequiel. Este importante documento está relacionado con esa etapa histórica, tanto importante como crucial: el exilio de Judá hacia Babilonia. Un breve resumen de los capítulos 24 y 25 que hoy nos ocupan nuestro tiempo, nos muestra:
1. La parábola de la olla hirviente señala la inevitable destrucción de Jerusalén.
2. El lamento retenido por el profeta a pesar de la muerte de su esposa simboliza las calamidades de los judíos, superiores a cualquier lamento.
3. Venganza divina contra los amonitas, moabitas, contra los de Seir, Edom y contra los filisteos, por su soberbia contra Ismael.
A menudo Dios ordenaba a sus profetas que hicieran cosas que sirvieran de medio básico de comprensión de su mensaje. Tengamos en cuenta que, en una época, cuando no tenían a la mano medios electrónicos, ni siquiera un pizarrón, había que enseñar al pueblo, de alguna forma, que le fuera difícil olvidarla.
Las “buenas piezas” de carne que debía poner en la olla, es probable que representaran a la clase encumbrada, los que se creían superiores socialmente sobre el pueblo. Aquella olla oxidada representaba a la misma ciudad de Jerusalén, ella con todo su contenido habría de recibir el fuego de la aflicción.
El texto aparenta decir que fue Dios el que le quitó su esposa al profeta. Más bien debe entenderse que la muerte llegó como consecuencia de las circunstancias y Dios aprovechó esa situación para darle una lección objetiva al pueblo mediante la actitud estoica de Ezequiel. El Comentario Bíblico Adventista dice que “es posible que la esposa de Ezequiel hubiera estado enferma por algún tiempo, y Dios pudo haber advertido al profeta que ella pronto moriría” (CBA, Ezequiel 24:16). El verdadero autor del pecado y de la muerte es Satanás, pero debido a las expresiones del lenguaje puede entenderse que es Dios quien la causa.
Mathew Henry, el eminente erudito bíblico inglés del siglo XVIII comenta este pasaje sobre la muerte de la esposa de Ezequiel:
“Aunque llorar los muertos es un deber, tiene, sin embargo, que mantenerse sometido a la religión y recta razón: no debemos entristecernos como hombres que no tienen esperanza. Los creyentes no deben copiar el lenguaje y las expresiones de los que no conocen a Dios. El pueblo preguntó el significado de la señal. Dios toma de ellos todo lo que les era más querido. Como Ezequiel no lloró por su aflicción, así tampoco debían ellos llorar por las suyas. Bendito sea Dios, nosotros no tenemos que desfallecer bajo nuestras aflicciones; porque si fallan todos los consuelos y se unen todas las penas, aun así el corazón roto y la oración del doliente son siempre aceptables ante Dios”.
Es muy notable que entre los tradicionales enemigos de Israel se encontraban quienes fueron parientes cercanos. Mencionemos a Edom en primer lugar. Este nombre significa “Rojo” y fue asignado a Esaú, hermano de Jacob. No se sabe si el apodo se debió a que él fuera pelirrojo, a en alusión al guiso rojo que Jacob estaba preparando, sus deliciosas lentejas rojas tan populares en el Oriente hasta hoy día. Edom fue un enemigo siempre de Israel, su hermano.
También se mencionan dos pueblos más: los amonitas y los moabitas. Como recordarán Amón y Moab fueron los hijos/nietos de Lot, resultado de su unión incestuosa con sus dos hijas después de su escape de Sodoma. La borrachera dio un mal resultado, no solo en un bochornoso pecado, sino, además, procreando dos pueblos que fueron como espinas en el costado de Israel por siglos.
Como dato interesante, recordemos que una de las descendientes de Moab figura en el árbol genealógico de Jesús; me refiero a Ruth la moabita, quien llegó a ser bisabuela del rey David.
Aunque el pueblo de Dios, tanto de ayer como de hoy, tenga que pasar por duras pruebas, el Señor siempre extenderá su brazo poderoso sobre él. Seremos sabios si aplicamos la triste historia de Israel en el pasado a nuestra vida cristiana hoy. La historia puede repetirse y es necesario mantener nuestra mirada fija en el Autor y consumador de nuestra fe.
A todos deseo muchas bendiciones mientras se entregan al estudio de la Santa Palabra de Dios.