


Miércoles, marzo 5 – Ezequiel 36, 37
1. ¿Qué hace Jehová con los huesos secos? Ezequiel 37:4-6
2. ¿Qué representan los dos leños unidos en la profecía? Ezequiel 37:22
3. ¿Dónde pondrá Jehová su morada cuando sea restaurado su Reino? Ezequiel 37:26,27
Sobre Ezequiel 36 dice el Comentario Bíblico Adventista:
“En este punto, Ezequiel deja de pronunciar un mensaje de castigo para Israel y las naciones vecinas, y dirige palabras de ánimo a sus compatriotas. Desde la caída de Israel, los enemigos habían gozado burlándose a expensas del pueblo de Dios. Esta situación no había de continuar. Aunque Israel había sido humillado, y estaba sufriendo el castigo de su rebelión, Dios todavía reconocía a los judíos como pueblo suyo. El aparente triunfo de los enemigos del pueblo de Dios sería pasajero. Aunque humillado y desvalido, Israel se levantaría más glorioso que nunca.” CBA, Ezequiel: 36:1
La promesa que sigue va al corazón de la causa de la destrucción de los dos reinos de Israel y de su cautiverio. La razón por la que esta desgracia estaba ocurriendo era por la maldad del corazón de los israelitas, entraron en todo tipo de idolatría y de prácticas corruptas y malvadas imitando a las naciones vecinas. Al actuar de esa manera, habían quebrantado el pacto con Dios que los hacia su pueblo. Jehová promete hacer una obra de restauración por su fidelidad a la promesa hecha a los padres y por su buen nombre en la tierra. Esa obra de restauración comenzaba en el corazón.
“Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra.” Ezequiel 36:26,27
La salvación total viene de Jehová. Lo único que hacen sus hijos es mirar hacia El con fe. Entonces nos da un corazón nuevo, pone dentro de nosotros su Espíritu y hace que andemos en sus estatutos y que guardemos sus preceptos y que los pongamos por obra.
Entonces el pacto será restaurado: “Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Yo os guardaré de todas vuestras impurezas.” 36:28, 29
Jehová no solo nos perdona y nos salva, sino que ¡nos guarda de nuestras impurezas! Esta su obra consumada en sus hijos.
En el capítulo 37 Israel aparece como una multitud de huesos secos esparcidos en un valle. Esta es su condición a causa de las invasiones y de las guerras. Humanamente están muertos, no tienen remedio. Volverlos a la vida requiere un milagro, algo fuera de lo natural que solo Jehová puede hacer. El propósito de la visión es mostrar que esto es lo que quiere hacer por su pueblo. Se propone restaurar lo destruido y esparcido por la tierra, se propone traer los huesos secos a la vida.
Este pasaje contiene una profecía para el tiempo del fin. Habla de la resurrección de los muertos y del establecimiento del Reino de Jehová en la tierra.
La siguiente se refiere a la tierra nueva. Es ilustrada con dos maderos. Predice la consolidación de Israel y Judá bajo el reinado del Mesías. Debía tomar dos varas, una representando a Judá y la otra representando a Israel y debía juntarlas en su mano.
Las promesas que Jehová hizo a Abraham, a Isaac, a Jacob, a Moisés y a David, finalmente encuentran su cumplimiento en la iglesia al fin del tiempo. Esta promesa la encontramos consistentemente a través de los escritos proféticos. Mas allá de los tiempos difíciles, el pueblo de Dios puede mirar con esperanza y confianza al futuro. Pronto viene el tiempo en el que los huesos secos vivirán, Jehová podrá un nuevo corazón en su pueblo, su tabernáculo estará entre nosotros y andaremos en sus ordenanzas y sus mandamientos para siempre. No desmayemos, esperemos con fe ese día.
Dios te guarde y bendiga abundantemente hoy.