


Miércoles, marzo 19 – Esdras 2, 3 – Lectura adicional, Profetas y Reyes, capítulo 51, “Un despertamiento espiritual”
1. ¿Qué dijo el gobernador sobre los sacerdotes que no pudieron probar su origen? Esdras 2:62,63
2. ¿Qué fue lo primero que edificaron en el templo? Esdras 3:2
3. ¿Qué peligro enfrentaron? Esdras 3:3
4. ¿Qué hicieron los sacerdotes y el pueblo cuando se echaron los cimientos? Esdras 3:10-12
Sobre el libro de Esdras y sobre su lugar en el relato de la historia bíblica dice el Comentario Bíblico Adventista:
“Esdras y Nehemías forman la continuación histórica y literaria de los libros de Crónicas, y un estudio de su estilo y lenguaje revela que quizá tuvieron un mismo autor. La tradición judía (el Talmud) nombra a Esdras como autor principal (Baba Bathra 15a) y a Nehemías como el que completó la obra.” CBA, Introducción a Esdras, Autor
“En primer lugar, Esdras registra el regreso de los judíos del exilio bajo la dirección de Zorobabel, la reorganización del servicio de sacrificios y el comienzo de la reconstrucción del templo. Todos, estos sucesos ocurrieron en el lapso de unos dos años, a principios del reinado de Ciro. Durante los siguientes 13 años, la obra progresó lentamente por causa de la oposición.” CBA, Introducción a Esdras, Marco Histórico
El registro de los que regresaron a Jerusalén comienza enumerando a los hombres que debían ayudar a Zorobabel y Josué (2:1-2). El número total de los que regresaron fue de unos 50,000. Algunos fueron clasificados según sus familias (3-19), otros según las ciudades de donde provenían sus familias (20-35). Los sacerdotes, levitas y siervos del templo fueron mencionados por separado (36-58). Otros no encajaron en ninguna categoría (59-63).
Es interesante que había un registro genealógico donde cada uno podía probar su procedencia. Los exiliados de una región de Mesopotamia no pudieron probar de qué familia descendían, a qué tribu pertenecían y de qué ciudad procedían.
“Si sus antepasados habían sido legítimos habitantes de Judá cuando Nabucodonosor invadió el país, es posible que hubieran sido muy maltratados, ya fuera durante el viaje a Babilonia, o como esclavos después de haber llegado allí, y por eso perdieron todos sus documentos de identificación.” CBA, Esdras 2:59
Los sacerdotes que habían perdido sus documentos en el exilio presentaron un problema especial. A estos no se les permitió oficiar en el sacerdocio hasta que se pudieran confirmar sus credenciales. El llamado al sacerdocio para ese tiempo era para la tribu de Levi. Hoy día cada discípulo tiene su llamado. Es un error asumir un llamado por cuenta propia. Este asunto es tan serio hoy como lo era entontes.
Cada familia trajo una ofrenda voluntaria para la construcción del templo.
Lo primero que hicieron fue construir el altar de sacrificio. Aun cuando el templo estaba en ruinas, los regresados del exilio, después de 70 años reanudaron los sacrificios. Esta obra se realizó bajo el peligro y amenaza de los habitantes paganos de la región que los miraban con hostilidad. Levantar un altar a Jehová, aun en tiempos de prueba, es una tarea prioritaria para su pueblo. Todos los días cada individuo y cada familia deben levantar un altar para la adoración.
Qué hermosa escena de júbilo describen los ultimo versículos del capítulo 3. Los cito textualmente: “Muchos de los sacerdotes, levitas y jefes de familia, ancianos que habían visto la primera casa, al ver como echaban los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras otros muchos daban grandes gritos de alegría. No se podía distinguir el clamor de los gritos de alegría de las voces del llanto, porque clamaba el pueblo con gran júbilo y el ruido se oía hasta de lejos.” Esdras 3:10-13
Cuánto debemos apreciar la reunión del culto. Mientras tenemos un lugar cómodo para la reunión, debemos acudir y adorar con el mismo ánimo que lo hicieron los regresados del exilio. Sólo levantar los cimientos del templo los llenó de alegría. Apreciaban el templo porque lo habían perdido. Es mi oración que nosotros podamos aprender a apreciarlo hoy cuando lo tenemos.
“¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.” Salmos 84:1,2
Dios te conceda un día muy bendecido.