


Jueves, agosto 7 – 2 Pedro 2, 3
1. Vendrán falsos profetas como sucedió en el pasado. ¿Qué negarán ellos? (2 Pedro 2:1)
2. ¿Cómo podrán estos falsos profetas hacer “mercadería” de la iglesia? (2 Pedro 2:3)
3. ¿Cómo presenta Pedro la situación de la gente que se burla debido a la tardanza de la venida de Cristo? (2 Pedro 3:1-4)
4. ¿Cómo muestra Pedro que la manera de contar el tiempo de Dios no es la misma que la nuestra? (2 Pedro 3:8)
Algunos han entendido que el apóstol Pedro estableció una regla fija al comparar el tiempo de un día con mil años. Basados en esto, han surgido diversos cómputos proféticos. Una denominación en particular enseña que Dios creó este mundo en períodos de 1,000 años en lugar de días de 24 horas. Sin embargo, la única regla establecida en la Biblia es la de “día por año”, aplicada a las profecías de Daniel, por ejemplo (véase Números 14:34 y Ezequiel 4:6). No podemos tomar las palabras de Pedro como una regla matemática, sino como una ilustración de la brevedad de la vida humana frente a la eternidad divina.
Si fuéramos a tomar literalmente lo dicho en 2 Pedro 3:8, tendríamos que tener en cuenta el Salmo 90:4, del cual Pedro citó solo una parte: “Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche.” (Salmo 90:4)
Las vigilias de la noche para la guardia romana eran de unas tres horas, mientras que las vigilias de los sacerdotes en el templo duraban entre 30 y 40 minutos, con el fin de velar para que el fuego del altar no se apagara. Como vemos, la duración de una vigilia podía no ser fija. Todo lo que Pedro quiso decir, al igual que el autor del Salmo 90, es que no podemos comparar nuestro tiempo limitado con el tiempo infinito de Dios.
En cuanto a 2 Pedro 3:10, este versículo ha sido malinterpretado por muchos, al enseñar que la venida de Cristo será invisible, comparándola con la llegada furtiva de un ladrón. Esto no es así. Es cierto que el ladrón no viene tocando un tambor ni avisa con antelación, pero eso no significa que no pueda ser detectado si uno está velando. Jesús mismo dijo:
“Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.” (Lucas 12:39)
El énfasis de Jesús no está en el ladrón, sino en que debemos velar, estar despiertos y atentos a las profecías para estar en pie esperando al Señor. La verdad es clara al decir que “Todo ojo le verá” (Apocalipsis 1:7). De paso, Cristo es el más grande “ladrón” de la historia, pues con su amor se “robó” nuestros corazones. ¿Quién da gloria a Dios? ¡ALELUYA!
Respecto a 2 Pedro 3:11-12, aquí encontramos otro texto interesante. El error en su interpretación no es solo de hermanos de otras denominaciones, sino también nuestro, de los adventistas. Existe la tendencia a decir que debemos “apresurar la venida de Cristo”, y para ello nos motivamos a hacer obra misionera y predicar el Evangelio para “apresurar” Su regreso. No quiero que alguien malinterprete mis palabras pensando que estoy diciendo que no debemos predicar el Evangelio o hacer obra misionera. Mi pasión es la propagación de las verdades del Evangelio de mi Señor y Salvador Jesucristo.
Lo que quiero decir es que Dios tiene un tiempo para cada cosa, y Su plan de salvación sigue tiempos prefijados por Su divina providencia. “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo” (Gálatas 4:4). De la misma forma, Cristo vendrá en el tiempo que solo Dios conoce. Mientras tanto, debemos ser fieles en cumplir nuestra misión, pero no podemos alterar el reloj de Dios, que ni se atrasa ni se adelanta. Notemos que el texto de 2 Pedro 3:12 no dice que “apresuremos” la venida, sino “apresurándoos”. Es decir, debemos apresurarnos a nosotros mismos en nuestra preparación mientras esperamos. “Esperando y apresurándoos…” Rogamos al Santo Espíritu que llene nuestros corazones para afrontar la aparente demora sin que se vea afectada nuestra fe y confianza en el Señor.
Por último, Salomón escribió un proverbio sobre el necio que vuelve a su necedad (Prov. 26:11), pero la alusión a la “puerca lavada” pudo haber sido común en los círculos judíos en los días de Pedro. Esta figura se utiliza para describir a aquel que viene a Cristo, es lavado en Su sangre, pero luego vuelve de nuevo al mundo, contaminándose con la vieja vida mundanal.
Les deseo muchas bendiciones mientras se entregan al estudio de las Escrituras. Le pido a Dios que ponga en nuestros ojos el colirio celestial para discernir perfectamente Su voluntad expresada en su Santa Palabra, de tal forma que podamos distinguir la verdadera luz que guiará nuestros pies hasta la Canaán celestial.