Lunes, abril 21 – Juan 4, Marcos 2 – Lectura adicional, Deseado de Todas las Gentes capítulos 19 y 20

1. ¿Cómo adoran a Dios los verdaderos adoradores? Juan 4:24

2. ¿Cuál era “la comida” que Jesús prefería? Juan 4:34

3. ¿A qué hora se curó el hijo del noble? Juan 4:52

4. ¿Cómo respondió Jesús a quienes lo criticaron por comer en casa de Mateo? Marcos 2:17

En la lectura de hoy encontramos a Jesús ya de lleno en su ministerio. Primero pasando por Samaria y luego en Caná y en Capernaum de Galilea.

Dice el relato, “tenía que pasar por Samaria.” El encuentro de Jesús con la Samaritana junto al pozo no fue casual. Cumplía un propósito divino. Este encuentro y su historia ha inspirado múltiples canciones y poemas hermosos, ha sido el tema de incontables reflexiones y sermones.

Creo que las lecciones de la historia se pueden resumir de esta manera. Dios siente necesidad de buscarte y, aunque no te des cuenta, hace cita contigo y sale de su camino para encontrarte. Eres un instrumento precioso en sus manos, aun si la sociedad te menosprecia por ser quién eres y por errores que hayas cometido. La sed del alma la satisface solo el encuentro con el gran “Yo soy”.

Los prejuicios son humanos. Para Dios todos sus hijos son iguales. Jesús está por encima de los preconceptos humanos. Ese mediodía sorprendió a la mujer, sorprendió a sus discípulos, sorprendió a toda una región y debe sorprendernos a nosotros. El menospreciado samaritano es digno de su esfuerzo. “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis” Juan 4:32.

La sociedad puede ser dura con las mujeres. Todavía lo es en muchos lugares. Jesús no tuvo ningún problema en acercarse a una, conversar con ella, en escogerla para ser su instrumento en una gran obra. Pudo haber escogido a otros. Probablemente la escogió por su necesidad, ella lo apreciaría más. Seguramente la escogió por su disposición: “Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres: ‘Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?’” Juan 4:28,29

En este encuentro y en con el testimonio de la samaritana se sembró la semilla para una gran cosecha. Las palabras de Jesús ese día a los discípulos fueron visionarias. No mucho tiempo más tarde el diacono Felipe y otros discípulos recogieron una gran cosecha, como se relata en Hechos 8.

Marcos capítulo 2 relata milagros, la conversión y llamamiento de Mateo y la controversia que crearon los fariseos en relación con el ayuno y el sábado.

Los fariseos juzgaban y criticaban a Jesús de acuerdo con sus tradiciones y prácticas. Así lo hicieron en relación con el ayuno y el sábado. Aunque presumían piedad, carecían del gozo de la comunión con Dios. Eran amigos de la ley y de la crítica, enemigos de Jesús y de la fiesta. El momento era de alegría porque “el esposo” estaba con ellos, pero no se daban cuenta. En la aridez de sus prácticas religiosas basadas en la conducta, su experiencia había perdido frescura. Eran incapaces de aceptar lo que Dios estaba haciendo delante de sus ojos.

Hay un hilo que corre en las historias de hoy, igualmente en toda la Biblia. La esencia de la fe no se encuentras en los ritos y prácticas. Se encuentra en mantener una relación viva y fresca con el Enviado de Dios, Él es el agua de vida, Él tiene poder para perdonar pecados y sanar, Él es el esposo de la fiesta, el Señor del sábado.

Es mi oración para ti que, mediante una comunión viva y diaria, puedas beber cada día el agua de vida, el paño de tu experiencia se mantenga nuevo, el odre de tu alma este siempre listo para recibir vino nuevo y que goces de una experiencia renovadora de reposo en comunión con el Señor del sábado. Amén.

Dios te conceda un día muy bendecido junto a tus amados.

Pastor Abel Paulin