


Martes, agosto 12 – Apocalipsis 1, 2 – Lectura adicional: Hechos de los Apóstoles, capítulos 56 y 57
1. ¿Qué revela la visión de Jesús en Apocalipsis 1:12-18 sobre Su carácter y Su obra actual por Su pueblo?
2. En Apocalipsis 2:4-5, Jesús reprende a la iglesia de Éfeso por haber dejado su “primer amor”. ¿Qué significa esto en la práctica y qué consejo les da para recuperarlo?
3. Apocalipsis 2:10 anima a la iglesia de Esmirna: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. ¿Qué nos enseña esto sobre cómo enfrentar las pruebas y persecuciones? ¿Qué representa la “corona de la vida”?
El libro de Apocalipsis es central en la teología Adventista del Séptimo Día. Más que una colección de símbolos, lo vemos como una revelación de Jesucristo, que ofrece esperanza, dirección y victoria para Su pueblo. Los capítulos 1 y 2 establecen el fundamento de esta jornada profética, subrayando su importancia histórica y espiritual.
El capítulo 1 comienza con la visión de Cristo que recibe Juan en la isla de Patmos. Jesús se revela como el verdadero centro de la profecía, no como una figura lejana, sino como el Sumo Sacerdote viviente que cuida activamente de Su iglesia. Se le ve caminando entre los candelabros y sosteniendo las estrellas, lo que simboliza Su ministerio sacerdotal y Su constante e íntima presencia con las siete iglesias y, por extensión, con todo Su pueblo a través del tiempo (Apoc. 1:9-20). Esta visión se conecta directamente con el concepto del Juicio Investigador, donde Cristo es el Sumo Sacerdote y Juez (cf. Daniel 7:9-10).
La descripción de Cristo en el capítulo 1 está cargada de simbolismo: Su cabello blanco indica sabiduría y pureza; Sus ojos como llama de fuego representan juicio penetrante; Sus pies semejantes al bronce aluden a fortaleza y firmeza; y la espada aguda que sale de Su boca representa el poder de Su Palabra (Apoc. 1:14-16). Esto nos recuerda que Cristo no sólo consuela, sino que también corrige, purifica y juzga a Su pueblo.
El capítulo 2 inicia los mensajes a las siete iglesias y cubre las primeras cuatro. Interpretamos estas iglesias como representación de siete periodos consecutivos en la historia cristiana, desde el tiempo de los apóstoles hasta los últimos días antes del regreso de Cristo; una escuela de interpretación denominada historicista. Sin embargo, estos mensajes también se aplican a iglesias e individuos de todas las épocas.
La primera iglesia, Éfeso (2:1-7), representa la iglesia cristiana primitiva (31-100 d.C.). Fue elogiada por su arduo trabajo, pero advertida por haber perdido su “primer amor”, es decir, su entusiasmo original por Cristo. Los adventistas ven esto como una advertencia de no permitir que el conocimiento bíblico reemplace una relación personal con Jesús.
La segunda iglesia, Esmirna (2:8-11), representa a la iglesia perseguida por el Imperio Romano entre 100 y 313 d.C. Cristo alaba su fidelidad hasta la muerte, prometiéndoles la “corona de la vida”. Los adventistas ven en este mensaje lecciones prácticas de valor y firmeza, especialmente relevantes frente al tiempo de angustia previo al regreso de Cristo.
La tercera iglesia, Pérgamo (2:12-17), abarca del 313 al 538 d.C., marcando el paso del cristianismo de la persecución a la aceptación bajo el emperador Constantino. Aunque la iglesia aparentaba fidelidad, comenzó a comprometerse con prácticas paganas y enseñanzas falsas, simbolizadas por las doctrinas de Balaam y de los nicolaítas. Los adventistas ven este periodo como el inicio de la corrupción que llevó a una apostasía más profunda.
La cuarta iglesia, Tiatira (2:18-29), representa a la iglesia medieval entre 538 y 1517 d.C., durante el apogeo del poder papal. Los adventistas interpretan a “Jezabel” como un símbolo de adulterio espiritual y doctrinas falsas, en referencia a la reina del A.T. que llevó a Israel a la idolatría. A pesar de esta oscuridad, Cristo reconoce a un remanente fiel que “retiene lo que tiene” hasta Su regreso, lo que alude a la Reforma protestante.
Estos mensajes tienen claramente una línea profética que coincide con eventos clave en la historia de la iglesia. Pero más allá de su aplicación histórica, cada mensaje habla personalmente a la condición espiritual de cada creyente. El llamado a “vencer” es un tema recurrente que enfatiza perseverancia y la victoria en Cristo.
Simbólicamente, los candelabros en el capítulo 1 recuerdan que la luz de la iglesia debe venir solo de Cristo. El “maná escondido” prometido a Pérgamo representa el alimento espiritual que se consigue en una profunda relación con Cristo. La “estrella de la mañana” dada a Tiatira apunta a la promesa de Cristo de Su presencia y su futuro reinado con los fieles.
El mensaje a Éfeso advierte contra el formalismo frío; Esmirna reta a permanecer fieles a pesar de la oposición; Pérgamo llama a la vigilancia contra la capitulación con el error; y Tiatira advierte contra la corrupción doctrinal y espiritual. Estos mensajes resuenan con el énfasis en el reavivamiento, la reforma y la fidelidad a los principios bíblicos.
En última instancia, Apocalipsis 1 y 2 revelan a un Cristo que no está distante, sino que dirige, corrige y fortalece activamente a Su iglesia hoy y a lo largo de la historia. Nuestro Padre celestial nos invita a una renovada entrega personal, a aceptar la victoria de Cristo y a prepararnos para Su pronto regreso, una esperanza central que define nuestra fe y misión.
Bendiciones para ti.