


Viernes, agosto 16 – Salmos 41, 42
1. ¿Cómo vindica Dios la integridad del justo y piadoso? Salmos 41:12
2. ¿Dónde encuentra consuelo y esperanza el justo adolorido? Salmos 42:1, 2
3. ¿Qué papel juegan la misericordia, la alabanza y la oración en nuestra aflicción?
Comentario y reflexión:
El salmo 41 describe la bienaventuranza del que siente compasión. El salmista inicia su canción indicando que es dichoso aquel que piensa en el pobre, y le presta su ayuda.
David asegura que el que así se comporta, Dios lo librará, lo guardará y le dará vida, será bienaventurado, Jehová no lo entregará a la voluntad de sus enemigos, lo sustentará en el lecho del dolor, mullirá su cama en la enfermedad. Dios no nos promete siempre que nos sanará, pero promete alivio y comodidad en el dolor.
David pasa por un período de gran enfermedad. El sufrimiento es más duro para el salmista al darse cuenta de que aquellos que eran sus amigos ahora son traidores. En su condición David otra vez admite su pecado. Sin embargo, sus pseudo amigos cuando vienen a verlo, no son sinceros y no desean su recuperación sino su muerte. Al salir hablan mal de él. Piensan que está sufriendo por su propia culpa, y dicen que “Su enfermedad es cosa del demonio; ha caído en cama, y no volverá a levantarse”. Sus enemigos estaban convencidos que no había esperanza para él. Esto es muy parecido a la experiencia de Job cuyos amigos también lo acusaban de sufrir por sus groseros pecados.
El verso 9 describe proféticamente, lo que le pasaría a Jesús de parte de uno de sus discípulos. La observación del salmista de que es traicionado por un amigo hace pensar en la traición de Judas contra Jesús. De hecho, Cristo citó este versículo para anticipar lo que Judas haría, ”el que come conmigo pan, levantó su calcañar”, Juan 13:18, Salmos 41:9.
El Salmo 42 es otro salmo Masquil, o de instrucción para meditar. El salmista se angustia por la separación de no encontrarse en la presencia de su Dios. Este es un lamento poético de David. Nosotros podemos identificarnos con David cuando, por alguna razón, somos privados de ir a la Casa del Señor. El salmista reafirma su fe en Dios, cuando repite tres veces, “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?”; (v.5, 11 y 43:5)
El verso uno ha sido uno que inspirado a millones a través del tiempo con esa hermosa figura del ciervo que brama por las corrientes de las aguas. De la misma manera el poeta expresa que así clama por Dios su alma. La sed del alma por Dios se subraya por la observación de las tierras áridas donde David vagaba como un fugitivo. El calor era abrazador y el agua escaseaba durante el verano. Son gráficas las palabras: “fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche”.
Nuestro consuelo, al recordar las providencias de Dios nos dan gran fortaleza. La expresión repetida “¿por qué te abates alma mía?, es un auto reproche que David se hace por que está deprimido olvidando los hermosos recuerdos de cuando adoraba a su Dios en su santuario. Muy bien lo dijo Matthew Henry,
“Cuando el alma reposa en sí misma se hunde; si se aferra del poder y la promesa de Dios, mantiene la cabeza por encima de las grandes olas. ¡Y qué apoyo tenemos en los ayes del presente, sino que tengamos consuelo en Él!”
No hay dudas de que, en el tiempo de Dios, todo estará bien si continuamos confiando en Él. Aunque David se hunde momentáneamente en la desesperación y el desánimo, como alguien que se está ahogando, se levanta inmediatamente por la fe y confía que Dios obrará para su bien en esas circunstancias, “pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo.”
Al meditar en estos dos salmos, podemos identificarnos con el salmista. Así como él fue lo suficientemente transparente como para expresar su duda y frustración ante el dolor por la persecución injusta que sufría, nunca perdió su fe y confianza en su Dios. Sea esa nuestra actitud al transitar por nuestros crisoles. ¡Que así nos ayude el Señor!
Bendiciones para todos.