


Viernes, diciembre 6 – 2 Crónicas 29 – 30 – Lectura adicional: Elena G. de White, Profetas y Reyes, capítulo 28, “Ezequías”
1. ¿Por qué fue significativo que Ezequías, a pesar de su juventud, abriera las puertas de la casa de Jehová y las reparara? (2 Crónicas 29:3)
2. ¿Cuál fue el significado de las ofrendas presentadas ante Jehová? (2 Crónicas 29:10)
3. ¿Cómo se pueden entender estos principios desde la perspectiva de lo que Jesucristo logró en la cruz del Calvario en el Nuevo Testamento? (Juan 3:16)
Comentario y reflexión:
Ezequías tenía solo veinticinco años cuando sucedió a su padre, el rey Acaz, quien fue rechazado por Dios después de quemar a sus propios hijos en el fuego y llevar a la nación de Judá a la apostasía. Como resultado de sus acciones, Dios los entregó en manos de los ejércitos sirio e israelita (2 Crónicas 28:1-5).
“Tan pronto como Ezequías ascendió al trono, su primera misión fue romper el ciclo perpetuado por su padre y restaurar los servicios del santuario. Por lo tanto, en el primer año de su reinado, en el primer mes, abrió las puertas del templo, reunió a todos los sacerdotes y levitas que permanecieron fieles a Dios, y compartió su intención de hacer un pacto con Jehová (2 Crónicas 29:3-5). Para lograr este objetivo, fue esencial purificar el templo, que había sido cerrado por su padre.” (Andrews Bible Commentary, p. 567).
De esta manera los servicios del santuario fueron restaurados, y Dios volvió a estar en el centro de la vida de Su pueblo. La primera lección que debemos aprender es que Dios nos da el poder para romper ciclos si estamos dispuestos. No tenemos que cargar con las consecuencias de los pecados de nuestros padres. La Biblia dice: “porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6, RV60). Porque Él es un Dios maravilloso y misericordioso, está listo para ayudarnos a romper cualquier maldición generacional y bendecirnos si podemos ponerlo en primer lugar, como lo hizo el rey Ezequías.
Además, la Biblia menciona que Ezequías y los líderes de Jerusalén “ofrecieron 7 novillos, 7 carneros y 7 machos cabríos como ofrenda de pecado por el reino, el santuario y Judá” (2 Crónicas 29:21-22). Tras la rededicación, el pueblo trajo 70 novillos, 100 carneros y 200 corderos para holocaustos, y de la congregación se añadieron otros 600 novillos y 3,000 ovejas para sacrificio (2 Crónicas 29:32-33). Durante la Fiesta de la Pascua, Ezequías proveyó 1,000 novillos y 7,000 ovejas, y los líderes dieron otros 1,000 novillos y 10,000 ovejas (2 Crónicas 30:24).
Animales Totales Ofrecidos:
– Novillos: 7 + 70 + 600 + 1,000 + 1,000 = 2,677
– Carneros: 7 + 100 = 107
– Corderos: 7 + 200 = 207
– Machos cabríos: 7
– Ovejas: 3,000 + 7,000 + 10,000 = 20,000.00
Costo Estimado en Términos Actuales:
– Novillo: Aprox. $1,500 cada uno x 2,677
– Carnero: Aprox. $300 cada uno x 107
– Cordero: Aprox. $150 cada uno x 207
– Macho cabrío: Aprox. $200 cada uno x 7
– Oveja: Aprox. $200 cada uno x 20,000.00
Al sumar todo, el costo total sería de aproximadamente $8,080,050 USD. Si este sistema de sacrificios estuviera en vigor hoy, se necesitaría una suma enorme para ofrendas de pecado como la de esa ocasión. Esto ilustra el costo del sacrificio final de Jesús en la cruz del Calvario. Jesús, el Cordero de Dios, pagó todo al derramar Su sangre en la cruz. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16, RV60).
El perdón de los pecados está ahora disponible gratuitamente para todos, sin importar origen, estatus, raza, afiliación religiosa o género. Así como el rey intercedió por el pueblo, pidiendo a Jehová expiación y perdón para aquellos que sinceramente lo buscaban, Jesús ahora hace lo mismo por nosotros, intercediendo para el perdón de nuestros pecados. La puerta al perdón está abierta, y tenemos acceso directo al trono de la gracia. No necesitamos un sacerdote o levita para interceder por nosotros. La Biblia dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9, RV60).
Al embarcarnos en esta jornada recordemos que somos perdonados, y sin importar lo que hayan hecho nuestros padres, podemos cambiar el rumbo mediante el poder del Espíritu Santo al igual que el rey Ezequías. Reflexionemos sobre el sacrificio supremo de Jesús y agradezcamos por el poder para superar maldiciones generacionales y el regalo de la salvación.
¡Amén!