


Viernes, julio 4 – Romanos 4, 5
1. ¿Por qué Abraham ni nosotros podemos ser justificados por las obras? (Romanos 4:2-5)
2. ¿De qué es señal la circuncisión? (Romanos 4:11)
3. ¿Por qué Abraham es el padre de los judíos y los gentiles? (Romanos 4:11, 12)
4. ¿Por qué necesitábamos un segundo Adán? (Romanos 5:12-21)
Los cuatro evangelios nos hablan de la vida, la obra y las enseñanzas de Jesús. Por su parte, Pablo, en esta singular carta a los cristianos en Roma, nos ayuda a asimilar el significado del sacrificio de Cristo en la cruz. Como un buen abogado, Pablo convence a sus lectores en cuanto a quién es Jesús. Sin dudas, Romanos es el escrito más teológico del apóstol. Todos somos culpables ante Dios. La verdad cardinal que Pablo proclama es que la justificación es solo por la fe en la gracia divina.
Una prueba de lo antes dicho la encontramos en Romanos 4; la tenemos en la persona del patriarca Abraham. Él que, aunque era un caldeo (babilónico), Dios le propuso un plan para bendecir a toda la humanidad a través de él. V. 3 “Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia”.
Pablo desea convencer tanto a judíos como a gentiles de que somos justificados por la fe y no por las obras, tal como ocurrió con Abraham. ¿Por qué no podemos ser justificados por las obras? Porque si así fuera, tendríamos motivo para gloriarnos ante los hombres, aunque no delante de Dios (v.2). Si la justificación fuera por obras ya no sería por gracia, y en ese caso, Dios estaría en deuda con nosotros.
Al citar el Salmo 32 de David, Pablo demuestra que cuando Dios perdona al pecador por su misericordia, este no puede presentar sus obras como mérito ante Dios, ya que carecen de valor para expiar nuestras iniquidades pasadas. Una vez más, se destaca que Abraham no fue justificado después de la circuncisión, sino antes. La circuncisión fue simplemente una señal y un sello de la justicia que Abraham recibió por la fe.
Ahora todos, igual que Abraham, somos justificados por la fe. Más adelante, el apóstol indicará que la verdadera circuncisión no es del cuerpo, sino del corazón. Así como aquel rito no justificaba a la persona, para los cristianos el rito del bautismo tampoco garantiza justificación.
Este es una señal y sello de la fe y de la justificación que se experimenta antes del bautismo. De la misma manera, la justificación no puede venir por la ley, sino por la justicia de fe (vv.14-17) (CBA, 512).
La expresión: “Pues la ley produce ira”, significa que su función es la de revelar el pecado, y esto coloca al pecador sujeto a la ira y la condenación. Con esta función, la ley sirve como un disuasivo para no pecar.
El capítulo 5 inicia con los 9 resultados de la justificación por la fe: (vv.1-9). Estos hermosos resultados están disponibles para todos, judíos y gentiles. Creo que el concepto de la justificación por la fe de la Sra. White es muy balanceado cuando dice:
“Mediante la gracia, somos puestos en comunión con Cristo para estar asociados con Él en la obra de la salvación. La fe es la condición por la cual Dios ha visto conveniente prometer perdón a los pecadores; no porque haya virtud alguna en la fe que haga merecer la salvación, sino porque la fe puede aferrarse a los méritos de Cristo, el remedio provisto para el pecado.” (FO, 103)
Me gusta esta definición de fe que nos ofrece EGW: “La fe no es el fundamento de nuestra salvación, sino la gran bendición; el ojo que ve, el oído que escucha, los pies que corren, la mano que se aferra, el medio, no el fin.” (Matutina, 1980, p. 329)
En los versos del 12-21, Pablo hace una magistral comparación entre los “dos Adanes”. Lo más importante es que, a través del primer Adán, el pecado y todas sus consecuencias afectaron a sus descendientes. Pero a través del segundo Adán, Cristo, alcanzamos perdón del pecado, justificación y salvación. Para todo aquel que cree en Jesús la primera muerte es como un sueño pasajero. ¡Gloria a Dios por la obra del Segundo Adán!
El versículo 20 nos llena de esperanza: “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia…”
“Por medio de la obra redentora de Cristo, el gobierno de Dios queda justificado. El Omnipotente es dado a conocer como el Dios de amor. Las acusaciones de Satanás quedan refutadas y su carácter desenmascarado. La rebelión no podrá nunca volverse a levantar. El pecado no podrá nunca volver a entrar en el universo. A través de las edades eternas, todos estarán seguros contra la apostasía. Por el sacrificio abnegado del amor, los habitantes de la tierra y del cielo quedarán ligados a su Creador con vínculos de unión indisoluble… Donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia de Dios. La tierra misma, el campo que Satanás reclama como suyo, ha de quedar no solo redimida, sino exaltada. Nuestro pequeño mundo, que es, bajo la maldición del pecado, la única mancha obscura de su gloriosa creación, será honrado por encima de todos los demás mundos en el universo de Dios.” (DTG, 18)
Un feliz y bendecido día para todos.