


Jueves, marzo 13 – Daniel 2, 3
1. ¿A quién atribuyó Daniel el poder de la revelación? (Daniel 2:27, 28).
2. ¿Qué representa la piedra que fue cortada del monte y luego de destruir la estatua llenará toda la tierra? (Daniel 2:44).
3. ¿Cuál fue el mandato real sobre la adoración de la estatua? (Daniel 3:5-7).
4. ¿A quién vio Nabucodonosor junto a los tres jóvenes dentro del horno? (Daniel 3:24, 25).
Ya han quedado atrás todos los profetas previos al exilio. En el estudio de los libros de Jeremías, Ezequiel y Daniel nos encontramos con los profetas que vivieron el exilio o parte de él. Ahora nos toca el libro más significativo que se proyecta, desde el tiempo histórico al tiempo profético escatológico (relativo al tiempo del fin), el libro de Daniel.
Daniel está íntimamente relacionado con el mensaje adventista. Las principales profecías relacionadas con el movimiento adventista provienen de Daniel, así como de Apocalipsis. En estos días disfrutaremos de un fascinante estudio que profundizará más nuestra creencia en la verdad presente.
Tal vez Daniel 2 sea el más usado por evangelistas, maestros y predicadores para comprobar la veracidad de la profecía. En él se narra la historia del rey caldeo Nabucodonosor quien tuvo un extraño sueño, el cual olvidó al despertarse. Él estaba convencido de que ese sueño era una revelación directa de sus “dioses”, ya que había ido a la cama preocupado por el futuro de su reino. Fue grande su chasco al descubrir que ninguno de sus sabios, astrólogos y adivinos era capaz de revelar el sueño. Los tales fueron sentenciados a muerte y hubieran sido ejecutados a no ser por la intervención de un jovencito cautivo hebreo, Daniel. Este muchacho, por estar estudiando en la universidad caldea, era considerado un sabio más. Daniel logra una tregua y, después de orar fervientemente a Dios, recibe de él la revelación que cuenta al rey. El joven profeta reconoce ante el monarca que solamente el verdadero Dios, al cual servía, tenía el poder de revelar lo oculto. Nunca se atribuyó Daniel a sí mismo la gloria, sino que la dio al Creador. No solo reveló el sueño olvidado, sino que, además, le dio al rey la interpretación.
Aquella estatua era un compendio profético de la historia subsiguiente del mundo. Cada metal representaba el poder de cada reino. Nota que, a la vez que la dureza del metal iba aumentando, también el valor del mismo iba bajando.
La única parte de la estatua que incluía un material mineral a los metales eran los pies. Se dice en varias versiones bíblicas “barro cocido”; también se dice que era “tiesto de barro” (RV 1909).
Cuando esos “dedos” llegaran a constituirse en naciones, en Europa y en el resto de los países del mundo que llegaron a ser sus colonias, y las naciones de un mundo dividido, pero que se creen fuertes, el Dios del cielo establecerá su Reino. Esa piedra representa a Cristo y su segunda venida a este mundo.
El capítulo 2 narra la gran prueba de fe que soportaron los tres amigos de Daniel, sirviendo de ejemplo a los millones de jóvenes cristianos de todos los tiempos que habría de sufrir por mantener en alto sus principios.
Olvidando su confesión al reconocer al Dios de Daniel como el verdadero, el orgullo del rey le hace erigir una estatua en el campo de Dura toda de oro. Si la cabeza de la estatua del sueño era de ese metal, ¿por qué no hacer eterno su reino haciendo una estatua cubierta de oro de la cabeza a los pies? ¡Así es la necedad del hombre! Al sonido de la banda musical, todos debían postrarse ante ese símbolo del poder humano sobre el poder de Dios. ¡Esa fue la gran prueba de estos tres valientes jóvenes! Ellos no vacilaron en su fidelidad y, como resultado, fueron echados en el horno de fuego preparado para los desobedientes. Allí se manifestó la presencia del Señor en cumplimiento de su promesa a los fieles. Nuevamente, el rey tiene una evidencia más del poder del Dios verdadero. Todavía le quedaría una prueba más, la más fuerte, que lo haría caer de rodillas ante el verdadero Dios y aceptarlo como su Dios también. Pero eso es material de la próxima clase.
Se pregunta la razón por la que Daniel no estaba junto a sus compañeros en esa ocasión. Algunos comentan que siendo él un importante ministro de la corte, estuviera en algún viaje distante en el reino. Otros argumentan que estaría enfermo, pero esto último lo veo poco probable en base a la excelente salud de que gozaba.
Nabucodonosor ordenó, por decreto, que se adorara y respetara el Dios de estos jóvenes. ¿Crees tú que la obediencia y adoración al verdadero Dios deban ser por una orden de un rey o un presidente?
¿Qué te parece si un presidente hoy ordenara que los ciudadanos de su país dejen de trabajar el día de sábado y asistan a la iglesia? ¿Estaría esto correcto?
Te dejo meditando en esto. Te deseo muchas bendiciones mientras decides ser como aquellos valientes jóvenes Sadrac, Mesac y Abed-nego.