


Domingo, marzo 2 — Ezequiel 30, 31
1. ¿A qué evento se refiriere Ezequiel cuando dice: “Porque cerca está el día, cerca está el día de Jehová; día de nublado, día de castigo de las naciones será”? (Ezequiel 30:3).
2. ¿Por qué la nación de Asiria es comparada con un cedro en Ezequiel 31:3?
3. ¿Cómo nos habla hoy el lenguaje utilizado en Ezequiel capítulos 30 y 31 al aguardar el día final de Jehová?
El capítulo 30 de Ezequiel es una continuación de la profecía que en realidad comenzó en el capítulo anterior. Este conjunto de versículos registra el oráculo del juicio de Dios sobre la nación de Egipto. Es interesante notar que los juicios de Dios no solo fueron infligidos a Egipto, sino también a sus aliados.
La profecía advierte que la destrucción de Egipto y sus aliados será total. De vez en cuando, los amantes de la opresión y la decadencia moral llegan a un nivel de comodidad, y Dios, en Su infinita sabiduría y amor, interviene y destruye.
Una advertencia de esto se encuentra en Ezequiel 30:3: “Porque cerca está el día, cerca está el día de Jehová; día de nublado, día de castigo de las naciones será.”
El día de ajuste de cuentas para Egipto y sus aliados ciertamente llegaría. Pero, como ocurre con la mayoría de las advertencias de Dios, el corazón humano razona que cuanto más se posponga la visita de Sus juicios, tal vez nunca suceda. Sin embargo, este es un error grave por parte del hombre. Finalmente, el pecado y sus aliados serán completamente destruidos.
El lenguaje utilizado para describir el día de Jehová en Ezequiel 30:3 es bastante fascinante. Ezequiel declara que será un día de nublado. Es como si Ezequiel estuviera describiendo el castigo de Egipto como una gran y terrible tormenta llena de nubes oscuras y ominosas. Esto contrasta enormemente con el método que Dios usó para guiar a Su pueblo fuera de Egipto—con una nube brillante y una columna de fuego. (Éxodo 13:21).
Todavía está por venir la tormenta final cuando Dios erradicará el pecado dondequiera que se encuentre. Así, los días anteriores de juicio de Jehová se convierten en patrones del día final de Jehová.
Al llegar al capítulo 31 de Ezequiel, encontramos que el Imperio Asirio es comparado con un gran cedro. (Versículo 3). En el mundo antiguo, los cedros eran vistos como símbolo de fortaleza, estabilidad y grandeza. Aquí, el cedro se usa para simbolizar el gran poder, orgullo y dominio de Asiria como nación. Ezequiel utiliza la imagen de los majestuosos cedros del Líbano, conocidos por su fuerza y longevidad, para representar a Asiria como un imperio poderoso que alcanzó grandes alturas, pero que eventualmente caería debido a su arrogancia. De hecho, Ezequiel declara que este cedro (Asiria) sería talado y arrojado al Seol. (Versículos 14-17).
Ezequiel usa esta metáfora para advertir que Egipto y sus aliados un día sufrirán el mismo destino. Al emplear el cedro de manera simbólica, el pueblo fiel de Dios debía entender que la caída del cedro (Asiria) era una advertencia o ejemplo de lo que sucedería a un pueblo orgulloso y jactancioso.
En esta metáfora, el pueblo de Dios debía encontrar la seguridad de que Él pondría fin al pecado y traería la liberación y la victoria. El día final de Jehová se acerca rápidamente. (2 Pedro 3:9). ¿Estás listo?
Así como Dios juzgó a Egipto por sus pecados, incluyendo la idolatría, la arrogancia y la inmoralidad, así también será en el cercano día final.
Así como los aliados de Egipto fueron incluidos en el juicio divino, todos los que amen, se aferren, participen o se alineen con el pecado serán destruidos en el día final del juicio. “Si se conserva un pecado en el alma, o se retiene una mala práctica en la vida, todo el ser queda contaminado. El hombre viene a ser un instrumento de iniquidad.” El Deseado de Todas las Gentes 280.
Así como Dios buscó destruir los ídolos de Egipto, incluyendo a sus grandes hombres y príncipes, Dios también erradicará completamente nuestros ídolos, incluyendo los grandes hombres en quienes ponemos nuestra confianza.
Nuestra única seguridad mientras nos preparamos para el gran y terrible día de nuestro Señor es poner nuestra confianza en Jesús. La buena noticia hoy es que “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9).