


Viernes, mayo 9 – Lucas 12, 13
1. ¿En qué consistía la levadura de los fariseos? Lucas 12:1
2. ¿Qué quiso decir Jesús con “temed a aquel que tiene poder para quitar la vida y echar en el infierno”? Lucas 12:4, 5
3. ¿Por qué el Rey de la paz trae disensión? Lucas 12:49-53
4. ¿Por qué Jesús sanó a una mujer en sábado? Lucas 13:15, 16
En estos dos poderosos capítulos Jesús nos ofrece doce hermosas y prácticas enseñanzas. Las siguientes preguntas pueden ayudarnos a reflexionar acerca de las diferentes partes de estos capítulos.
Lleguemos a nuestras propias conclusiones apoyados en la Palabra de Dios.
Observamos que en el capítulo 11, versos del 37 al 54, Jesús lanzó una serie de acusaciones fuertes contra los fariseos y los escribas de la ley con la expresión “¡Ay de vosotros!”. En el capítulo 12 continúa ampliando el diagnóstico de su condición espiritual.
El Maestro utilizó el símbolo de la levadura tanto en sentido negativo como positivo. Aplicado a los fariseos, la levadura se mostraba en su hipocresía, al ponerse una máscara para proyectar lo que no eran. Es decir, tenían una doble personalidad: super religiosos, pero con una mente pervertida o llena de maldad. Jesús nos advierte no caer en ese tipo de actitud.
Por otro lado, hay un lado positivo de la levadura. La aplicación que nos ofrece la Sra. Elena White es muy iluminadora:
“Como la levadura, cuando se mezcla con la harina, obra desde adentro hacia afuera, tal ocurre con la renovación del corazón que la gracia de Dios produce para transformar la vida… El corazón debe ser convertido y santificado.” (PVGM, p. 69)
El Señor advierte sobre a quién se debe temer (vv. 4–5): “temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno.” Jesús se dirige a los hijos de Dios que son perseguidos por causa del evangelio. No debemos temer a quienes matan el cuerpo, pero no pueden destruir nuestra fe ni la vida eterna. Debemos temer a quien puede retribuir eternamente a quienes lo rechacen.
En los versos 8–12, Jesús nos invita a testificar de Él delante de los hombres. Si lo hacemos, Él nos confesará ante los ángeles. Pero también advierte sobre el pecado imperdonable: blasfemar contra el Espíritu Santo. No porque tenga más autoridad que Jesús, sino porque Él es quien convence de pecado. Rechazar al Espíritu es rechazar toda la Deidad.
En los versos 16–21 está la parábola del rico insensato. Pensaba egoístamente solo en el presente. Jesús lo consideró un necio. “Este hombre había escogido lo terrenal antes que lo espiritual, y con lo terrenal debía morir.” (PVGM, p. 202). La lección es clara: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…”
Jesús recuerda que la ansiedad no debe dominar al cristiano. Las aves y las flores son ejemplos vivos de confianza y dependencia en Dios.
El siervo fiel es vigilante y diligente. El infiel es negligente y descuidado. Nos advierte: “Seremos juzgados por lo que debimos haber hecho, pero no hicimos, por no haber usado nuestras facultades para glorificar a Dios.”
Aunque parezca contradictorio, al venir, Jesús trajo división incluso en las familias. Nuestra experiencia lo confirma.
Con los versos 54–59 el capítulo concluye con el consejo de Jesús de discernir los tiempos y restaurar nuestras relaciones personales rotas.
En Lucas 13 el evangelista comienza con una advertencia seria: “Arrepentíos o pereceréis”, seguida de la parábola de la higuera estéril (vv. 1–9). El arrepentimiento es un deber constante de todo creyente. Como el viñador que pide más tiempo para la higuera, Dios nos da oportunidades para dar fruto.
Jesús aprovecha la ocasión para enseñar el verdadero espíritu del sábado. Sanó a una mujer encorvada para demostrar que el sábado es el mejor día para hacer el bien. Reprendió la hipocresía de quienes valoraban más a sus animales que a sus semejantes.
Las parábolas de la semilla de mostaza y la levadura muestran el crecimiento progresivo del Reino de Dios en nuestras vidas.
Aunque la puerta es estrecha, Jesús nos llama a esforzarnos por entrar. La Sra. White afirma: “Una persona verdaderamente convertida no puede vivir una vida inútil y estéril… Ningún holgazán puede entrar allí.” (PVGM, p. 223)
Lucas 13 concluye con el mensaje de Jesús a Herodes Antipas y al pueblo. Aunque Herodes era un déspota, no podía detener la obra divina. Jesús, con tristeza, lamenta la dureza del corazón de Jerusalén.
La invitación permanece vigente: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo…” Abramos nuestro corazón. Aceptemos su llamado.
Bendiciones a todos.