Viernes, noviembre 8 – 2 Crónicas 24, 2 Reyes 14

1. ¿Qué sucedió después de la muerte del sacerdote Joiada cuando vinieron los príncipes de Judá a Joás? 2 Crónicas 24:17, 18

2. ¿Qué hizo Dios para rescatar a su pueblo? 2 Crónicas 24:19

3. ¿De qué manera Amasias obedeció a Dios? 2 Reyes 14:5, 6

Commentary and Reflection:

Tanto el libro de Reyes como de Crónicas indican que Joás hizo lo recto a los ojos de Jehová, durante el tutelaje de Joiada. Tuvo un largo reinado de 40 años en Jerusalén. 2 Crónicas añade detalles que 2 Reyes omite, por ejemplo (24:3, 7, 15-22) “y Joiada tomó para él dos mujeres; y engendró hijos e hijas”.

Aunque Joiada realizó un excelente papel como tutor del joven rey, esto no significa que no cometiera errores. En este caso estaba siguiendo la costumbre de la poligamia. Esta costumbre no estaba de acuerdo con el ideal de Dios para el hombre.

En cierta ocasión el célebre escritor norteamericano Mark Twain dijo, que los seres humanos somos como la luna, con un lado claro y otro oscuro. Eso mismo podríamos afirmarlo de todos los reyes de Israel y del sacerdote Joaida.

En los versos del 4-14 vemos el lado claro o brillante de Joás. Mostró un marcado interés en reparar el Templo de Jehová, que había sido destruido por la impía Atalía y sus hijos para establecer la idolatría. Era el propósito evidente de Atalía acabar con la adoración a Jehová y sustituirla con la adoración a Baal. Cuando sucedieron estos acontecimientos, ya habían transcurrido 23 años del reinado de Joás. La razón para Joás llamar y emplazar al propio sumo sacerdote era porque los levitas y sacerdotes habían sido negligentes en cumplir con presteza la reparación de la casa de Dios. ¡Cuán llamativo es ver que este joven rey de unos 30 años reprochara, por así decirlo, a su viejo mentor! Así son las cosas cuando vienen de Dios. Todos estos líderes religiosos habían manifestado una marcada negligencia. Los sacerdotes y levitas’ se interesaron más en sus propios asuntos que en la obra del Señor.

Una buena noticia es que mientras Joiada estuvo vivo, los holocaustos se ofrecieron continuamente. Entonces el anciano sacerdote envejeció y a la respetable edad de 130 años murió. Un detalle que me llama la atención es que a la muerte de Joiada fue sepultado en los sepulcros de los reyes de Judá. En realidad, durante los años de niñez y adolescencia de Joás, quien desempeñaba las funciones de rey en la práctica fue Joiada como corregente.

A partir del verso 17 hasta el 22, vemos el ojo negro en la vida, que parecía promisoria de Joás. Afloró el lado oscuro de su “luna”. ¡Qué final tan triste de la vida de alguien a quien Dios bendijo tanto desde su niñez! Por su apostasía, Joás arrastró al pueblo, otra vez, a abandonar el templo de Dios que él, con tanto celo restauró. Como dice Pablo, “las malas compañías echan a perder las buenas costumbres.” (1 Corintios 15:33)

La adulación daña la mente de quien la recibe. Sigue diciendo en los versos 17 y 18: “Después de la muerte de Joiada, llegaron los jefes de Judá y rindieron homenaje al rey. Él se dejó aconsejar de ellos, y ellos abandonaron el templo del Señor, Dios de sus antepasados, y dieron culto a las representaciones de Aserá y a otros ídolos. Por este pecado el Señor se enojó contra Judá y Jerusalén”.

El Señor, en su misericordia, envió al pueblo profetas para que se volvieran a Él, pero la gente no hizo caso a las amonestaciones.

Comentando sobre cómo, a través de la historia, los profetas de Dios han sido perseguidos por denunciar el pecado, la Sra. White nos dice: “En cada época, los profetas levantaron su voz contra los pecados de reyes, gobernantes y pueblo, pronunciando las palabras que Dios les daba y obedeciendo su voluntad a riesgo de su vida. De generación en generación, se fue acumulando un terrible castigo para los que rechazaban la luz y la verdad… Jesús declaró que la impenitencia de los judíos y su intolerancia para con los siervos de Dios, sería en lo futuro la misma que en lo pasado.” (DTG 571)

Mientras tanto, en Israel comenzó a reinar Jeroboam II. Éste se caracterizó por hacer lo malo delante de Jehová, siguiendo el horrible legado de su antepasado Jeroboam I hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel. Esta conducta llegó a ser característica de los reyes de Israel. Jeroboam prosperó bastante y ensanchó sus fronteras. Es interesante que esta es la primera mención del profeta Jonás que ejercía su ministerio en el norte de Israel (Gat-hefer). Él profetizó que Dios, en su misericordia, ayudó a Israel a pesar de su apostasía, para que no desaparecieran como pueblo.

De la historia de estos reyes de Judá e Israel aprendemos que Dios es el Dios de las segundas oportunidades. Aunque su pueblo apostataba una y otra vez, el Señor le extendía su misericordia para que se arrepintieran y volvieran a Él. A nosotros también nuestro Dios misericordioso nos ofrece una segunda y una tercera oportunidad para que si caemos, nos arrepintamos y nos reconciliemos con Él. ¡Alabamos su nombre por su bondad!

Bendiciones a todos.