


Sábado, noviembre 9 – 2 Crónicas 25, 26
1. ¿Qué hizo Amasías de acuerdo con las instrucciones de Jehová en relación con los hijos de los enemigos de su padre? 2 Crónicas 25:3,4
2. ¿Cómo provocó Amasías a Joás, rey de Israel, a la guerra? 2 Crónicas 25:17
3. ¿Quién fue nombrado rey en Juda en lugar de Amasías? 2 Crónicas 26:1
4. ¿Qué invento hicieron los ingenieros en tiempos de Uzías? 2 Crónicas 26:15
Comentario y reflexión:
Continuamos en la lectura de la historia de los reyes del reino dividido de Israel y de Juda. En los capítulos de hoy repasamos la historia de los reyes de Juda, Amasías y de su hijo Uzías. El profesor Javier Diaz comentó sobre la historia de Amasías como se registra en el libro de 2 Reyes. Algunos detalles de la historia que no están en 2 Reyes se registran en 2 Crónicas.
Notamos que Amasías primero escucha la Palabra de Dios a través del profeta cuando se prepara para la guerra contra Edom. Cuando el profeta le dice que no debe llevar a los 100 mil soldados de Israel a la guerra, primero cuestiona, pero luego obedece.
Cuando Amasías pregunta sobre la pérdida de su inversión, el profeta da una respuesta llena de significado que trasciende la historia, “Jehová puede darte mucho más que esto.” En otras palabras, es ganancia obedecer a Jehová. Si te adelantaste haciendo tus propios planes, si hiciste una inversión apresurada e irreflexiva, es mejor que el dinero se pierda. Te arriesgas a perder mucho más desobedeciendo a Dios. Esta lección se puede aplicar a cualquier perdida en la que se pueda incurrir, trabajo, negocio o cualquier cosa, por hacer la voluntad de Dios.
En la euforia de la victoria Amasías perdió su buen juicio. Por alguna razón olvidó a quién le debía el crédito. Increíblemente ¡trajo consigo los dioses de Edom y los adoró!
“Por esto se encendió la ira de Jehová contra Amasías, y le envió un profeta que le dijo: ‘¿Por qué has buscado los dioses de una nación que no han podido librar a su pueblo de tus manos?’” 2 Crónicas 25:15
Esta vez Amasías no escuchó al profeta, no dejó que terminara de hablar. Con soberbia lo interrumpió, “¿Acaso te han nombrado consejero del rey? Déjate de eso. ¿O es que quieres que te maten?”
¡Qué necio fue! Como decimos, “se le fue el éxito a la cabeza”. El éxito es peligroso, corremos el riesgo de olvidar a quién se lo debemos y de alguna manera comenzamos a creer que se debe a nuestra inteligencia, a nuestra fuerza, a nuestro trabajo, a nuestro talento, a nuestras conexiones, cuando realmente se lo debemos a Jehová.
Uzías, el hijo de Amasías, lo sucedió en el trono de Juda. Uzías tuvo un reinado largo y próspero. Su reinado fue uno de los más largos de todos los reyes. Juda llegó a ser una potencia militar, sus ingenieros inventaron máquinas de guerra.
Es digno de notar lo que dice el relato sobre la fortaleza y la prosperidad de Uzías, ”Pero cuando se hizo fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová, su Dios…”. Uno más que se mareó con su éxito. Es un peligro que acecha a todo ser humano en sus buenos momentos. Dice que “su corazón se enalteció para su ruina”. También se le fue el éxito a la cabeza.
Esta historia me hace recordar el testimonio del apóstol Pablo, “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltara, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí. Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.»” 2 Corintios 12:7-9
¿Qué hizo Uzías? Quiso entrar al templo para asumir la función de sacerdote. Se sintió superior, invencible, más digno de la función sacerdotal que los mismos sacerdotes. Quiso hacerlo contra el consejo y bajo resistencia de hombres de Dios valientes que se le opusieron. Esa no era su función, ese no era su llamado. Ese era un pecado.
“No te corresponde a ti, rey Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has pecado, y tú no tienes derecho a la gloria que viene de Jehová Dios.” 2 Crónicas 26:18
Este es un pecado similar al de Jeroboam, el primer rey del reino dividido de Israel. Dios es quien llama, es quien asigna el lugar de cada uno. Nadie tiene el derecho de llamarse a sí mismo. Hacemos mal en seguir a aquellos que bajo su propia responsabilidad se ponen al frente del pueblo de Dios, sea como lideres o como sacerdotes.
Estos peligros existen hoy tanto o más que entonces. Son armas que el enemigo todavía usa. Dios nos libre de un engaño tal. Dios nos libre, también, del peligro de la prosperidad y del éxito.