


Miércoles, octubre 16 – Eclesiastés 12, 1 Reyes 10
1. ¿Por qué las palabras de los sabios son como aguijones y las del pastor como clavos? Eclesiastés 12:11
2. ¿Cuánto conocimiento tiene Dios de nuestra vida para juzgarnos? Eclesiastés 12:14
3. ¿Cuál fue el propósito de la fama de Salomón? 1 Reyes 10:1
Commentary and Reflection:
El último capítulo de Eclesiastés comienza con un consejo muy cierto y conocido,
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,
antes que vengan los días malos,
y lleguen los años de los cuales digas:
«No tengo en ellos contentamiento»”. Eclesiastés 12:1
Luego entra en una serie de metáforas para ilustrar “los días malos”, o sea el tiempo de decadencia debido a la edad.
Dice el Comentario Bíblico Adventista, “el lenguaje altamente figurado de los vers. 2-6 se ha interpretado de diversas formas. Muchos comentadores, tanto judíos como cristianos, han explicado estas metáforas como la descripción del agotamiento de las facultades físicas a medida que declina la vida, y creen que cada símil se refiere a detalles anatómicos. No hay duda de que Salomón, con suma capacidad literaria, describe aquí la vejez y la muerte, tal como se declara específicamente en los vers. 1, 5 y 7. Es evidente el significado de la alegoría tomada en conjunto: recordar al Creador antes de que llegue la vejez, y dedicar la vida a propósitos que conduzcan hacia un concepto tal del deber y del destino. Este es, por supuesto, el tema de todo el libro.” CBA, Eclesiastés 12:2
Entonces repite el refrán que podemos decir que es el tema del libro: “¡Vanidad de vanidades —dijo el Predicador—, todo es vanidad!” Eclesiastés 12:8
Una vanidad es algo que presume, pero que no tiene valor. La vida sin el propósito que ofrece la relación con el Creador es vanidad.
Finalmente llega a la gran conclusión y resumen del libro. Aquí es que quiere llegar el predicador, “El fin de todo el discurso que has oído es: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Pues Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala.” Eclesiastés 12:13,14
1 Reyes 10 habla de la visita de la reina de Saba a Salomón. De esta visita se relata también en 2 Crónicas 9. No está claro dónde estaba el país de esta reina. Algunos estudiosos piensan que estaba en lo que hoy es Yemen, otros piensan que en Etiopia.
Dijo Jesús hablando de ella, “La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y en este lugar hay alguien que es más que Salomón.” Mateo 12:42
“Después de que la reina de Sabá fue testigo de la sabiduría y de las obras de Salomón, contestó no con palabras que mostraran un mero aprecio formal por la hospitalidad que se le había ofrecido, sino con expresiones que revelaban que había quedado profundamente conmovida. En su respuesta tan sólo se refirió superficialmente a toda la magnificencia externa y a la evidencia de prosperidad mundanal, y puso énfasis principalmente en ensalzar al Dios de Salomón que le había dado sabiduría, prosperidad y una fama que se había difundido por todo el mundo. En vez de ensalzar al instrumento humano, con justicia dio la gloria a Dios. Su visita puede haber significado su conversión. Hay razones para creer que la reina estará entre los redimidos en el reino de Dios (Mat. 12: 42). El propósito divino era que muchas conversiones tales resultaran del proceder de Israel entre los pueblos de la tierra. De aquí y de allá, por todas las naciones, la gente iría a Israel para conocer al Dios de los israelitas. Así debía esparcirse la luz entre todas las naciones.” CBA, 1 Reyes 10:9
“Y cuando ‘todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, por oír su sabiduría, que Dios había puesto en su corazón’ (2 Crónicas 9:23), Salomón honró a Dios durante un tiempo llamándoles la atención al Creador de los cielos y la tierra, gobernante omnisciente del universo. Si con humildad Salomón hubiese continuado desviando de sí mismo la atención de los hombres para dirigirla hacia Aquel que le había dado sabiduría, riquezas y honores, ¡cuán diferente habría sido su historia!” PR 42
Ese el peligro de la prosperidad, olvidar de dónde vienen las bendiciones. Nos permita Dios aprender de la experiencia de Salomón. Que recordemos cuál es el fin de todo su discurso, “teme a Dios y guarda sus mandamientos porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio”.
Te conceda Dios un día muy bendecido.