


Viernes, octubre 18 – 1 Reyes 12, Proverbios 31
1. ¿Cuál fue la causa de la división del reino de Israel? 1 Reyes 12:12-15
2. ¿En qué consistió la torpeza de Roboam? 1 Reyes 12:13, 14
3. ¿Cuáles fueron las dos tribus sobre las que Roboam gobernó? 1 Reyes 12:21
4. ¿Cómo repitió Jeroboam el mismo pecado del becerro de oro del Sinaí? 1 Reyes 12:28-30
Commentary and Reflection:
1 Reyes 12 y Proverbios 31 nos ofrecen un interesante retrato contrastante del reinado de Salomón. Así como David tuvo su ojo negro estando en el apogeo de su reinado, también su hijo Salomón tuvo el suyo.
Salomón se proyectaba como una promesa de éxito producto de su relación humilde con Dios. Lo que Dios le prometió se cumplió cuando le dio sabiduría, poder y riqueza en abundancia. Como todo mortal pecador, cuando quitó su vista de Dios, cayó en el hoyo más profundo de apostasía personal y nacional. Sin embargo, en algún momento de esa caída, el Espíritu Santo lo tocó y él cambió el curso de su vida, aunque ya entrado en años.
En 1 de Reyes 12 se inicia la sección que narra la división del reino que concluye en el capítulo 22:53.
Ante la muerte de Salomón, Roboam su hijo lo sucede en el reino. Todo el pueblo de Israel se reúne en Siquem para su investidura. La selección de Siquem para la coronación fue probablemente para asegurarse la alianza de Efraín y las tribus del norte.
Encabezados por Jeroboam, el pueblo le pide a Roboam que le alivie el yugo esclavizador que su padre le había impuesto. La queja estaba bien fundada. El pueblo no estaba feliz con la pesada carga de los impuestos y el trabajo forzado requerido por Salomón para su ambiciosa y extensa obra pública. Ante este pedido, empieza a aflorar la torpeza, insensatez y la inmadurez de Roboam. En vez de mostrar un espíritu de justicia y prudencia ante el pedido del pueblo, Roboam escoge escuchar el terrible consejo de sus contemporáneos y rechazó el sabio consejo de los ancianos.
El verso 15 puede prestarse a una mala interpretación cuando dice: “Y no oyó el rey al pueblo, porque era designio de Jehová para confirmar la palabra que Jehová había hablado por medio de Ahías Silonita a Jeroboam hijo de Nabat.”
Aquí no se debe entender que el consejo dado por los jóvenes era el consejo de Dios, o que la respuesta dada por el rey fue dictada por el Señor. Dios es un Dios bondadoso y sabio, pero las palabras del rey son de personas necias y de duro corazón. “Pero Dios trae juicio sobre los hombres al permitirles que cosechen los frutos de su propia perversidad.” (Ver CBA, tomo 2, p.790)
El verso 19 declara: “Así se apartó Israel de la casa de David hasta hoy”. Apartarse o rebelarse viene del vocablo hebreo “Pasha”, significa pecado de rebelión contra Dios.
Los versos 25-28 nos dicen que Jeroboam, temeroso de que el pueblo se volviera al reino de la casa de David, decidió evitar que el pueblo fuera a Jerusalén a adorar a Dios durante las fiestas solemnes. De esta manera instituyó un sistema idolátrico sustituto en Betel y Dan. Este culto becerril, parecido a lo que hicieron los hijos de Israel al pie del Sinaí, hundió al reino del norte en la más profunda apostasía. Tristemente, a través de la narración del libro de Reyes se repite el estribillo: “y tal rey anduvo en los caminos de Jeroboam, y en su pecado, haciendo pecar a Israel”.
Jeroboam tomó sus decisiones religiosas para lograr sus propios intereses y para su conveniencia política. Esta profunda apostasía daría como resultado la desgracia de Israel cuando en el 722 A.C. fueron llevados cautivos a Asiria.
Y pensar que estas fueron las consecuencias del pecado de Salomón, alguien que fue tan bendecido por el mismo Dios.
Salomón cierra los proverbios con la séptima colección de dichos sapienciales. Estos son los dichos de Lemuel rey de Masá, que probablemente no era una región de Israel. Este fue el mejor legado dejado por una madre a su hijo. Este hermoso poema en forma de oráculo profético inicia con los consejos de una madre amorosa que desea lo mejor para su hijo. Los primeros nueve versos van al punto para que el rey no sucumba a la insensatez de la lascivia y la embriaguez. “Hijo mío, fruto de mis entrañas, respuesta de Dios a mis ruegos, ¿qué más te puedo decir? Que no gastes tu energía con mujeres, pues por ellas los reyes se pierden”.
El otro elemento dañino al cual un rey no debe sucumbir son las bebidas embriagantes, de lo cual seguramente Salomón participó. La intemperancia es una mala consejera.
Aquí observo la conexión entre 1 Reyes 12 y Proverbios 31. El sabio acepta que cometió esas faltas. Aunque tarde en su vida, Salomón reconoció sus errores y Dios en su misericordia, al igual que lo hizo con su padre David, lo perdonó.
Hay esperanza para todo pecador que reconoce su error y se arrepiente.